A torre de Peito Burdelo

 

Carta-Prólogo. Escenas I-V

Páxina Seguinte

m2galosalinastorredepeitoburdelo001.html



[p. III]



A TOrre

DE

PEITO BURDELO


drama hestórico n'un auto y-en verso


por


galo salinas e Rodriguez,

Prêmeado n'o Certame Literáreo qu'anteseásta sociedade
d'a Cruña, o Liceu Brigantiño, realizòu con notabre
éisito, n'a dita cibdade,
n'a noite d'o dia 7 de Setembre d'o ano de 1890.











[p. VII]



CARTA-PRÓLOGO
___________

Sr. D. Galo Salinas y Rodríguez.




            Muy señor mio:

     Tengo mucho gusto en diferir á sus deseos, enviándole estos renglones para que sirvan de «Prólogo» á su drama.
     Claro está que en mí no busca un censor quién, como V., los ha tenido inmejorables, en un Jurado, cuyo fallo abona el mérito de su obra, sencillo cuadro dramático para que le sirvió de interesante asunto la tradición de los Figueroas. y aquí está, como me decía usted mismo, la causa que le movió á buscarme y que á mí, tan poco aficionado á este género de escritos, me impuso el oirle.
     V. ensalzó los hechos heroicos de mis remotos ascendientes, aquéllos que dieron origen al nombre que llevo, que es el nombre de estos lugares, de esta Torre que, en su noble vetustez, ofrece vivo testimonio de la verdad de la tradición.
     Al mismo tiempo que á darle gracias con largueza, me obliga V. á ser parco en alabanzas, que pudieran parecer sugeridas por un interés y una vana gloria de familia. Bien sabe Dios que no soy tentado de vanidades. Los grandes hechos de los antepasados deben servir á sus descendientes de estímulo para mos-


[p. VIII]

trarse dignos;de ellos, buscando la gloria propia, que es la mayor, y no contentándose con la del nombre, que hasta debían tener por carga pesada los que sólo se sirven de él como de etiqueta para presentarse en el mundo. Y cuenta que, para llevar el nombre bien, no se requieren méritos individuales, dones que no siempre da el cielo, sino cierta elevación moral que es modo de distinción, que así puede haber en las cosas grandes, como en las cosas pequeñas de la vida.
    
Pero, poniendo punto á esta digresión, vuelvo á la hazaña que V. contribuye á propagar; que allá en el siglo XIII celebró O canto d'o Figueiral, que inspiró á Gonzalo de Berceo y otros poetas castellanos; que, ya en nuestros días, recogió la novela, y que ahora, por primera vez, sirve de argumento al drama. ¿No es verdad que tan gloriosa tradición literaria prueba la fuerza de la tradición histórica?
     Pero hay, con todo, quienes suprimen de nuestros anales esa página, igualmente gloriosa para el pueblo y para los esforzados varones que le guiaron á la lucha, fundándose en la no existencia del famoso tributo.
     Hay la tradición limitada, parcial, incompleta, que quizá adultera y falsifica la historia, y es tradición que debe rechazarse; y hay la tradición general, robusta, que da explicación á hechos que sin ella no la tendrían, por lo cual es para el trabajo de reconstitución histórica, hipótesis necesaria; y si otros testimonios no la desvirtuan, y si, al contrario, la corrobora el convencimiento de gentes distintas, que en lugares diferentes no pueden haberse confabulado para proclamar un común sentir, fuerza será reconocer que esa tradición tiene valor superior al de cualquier viejo documento que muy bien pudo falsificarse. Sin tradición no se concibe la historia, y esta tradición del tributo, fija en la memoria del pueblo desde lejanos tiempos, é igualmente creída en diferentes lugares de España, ofrece caracteres de verdad, que aconsejan se tome por cierta. Después de todo, el saber qué tradiciones se aceptan y

[p. IX]

cuáles se rechazan, y aun dentro de una tradición misma, qué debe rechazarse y qué admitirse, es lo que constituye ese raro don del historiador, verdaderamente digno de tal nombre.
     Ante la tradición del tributo, comparecen los historiadores: Lucas de Tuy y Rodrigo de Toledo, son los primeros que asienten, y con ellos el P. Mariana, de los cuales toman la relación otra porción de autores de menor cuenta, Don Luciano Cid, Director de «El Album-Literario  de Orense, obtuvo también el honor del premio en un Certamen literario celebrado en Cádiz, hace pocos años, por una memoria sobre el tributo, en que agrupa los pareceres de nuestros principales historiadores, declarándose partidario de su existencia. También á parecer favorable se inclinan autores de tanta nota como Southey y Alcalá Galiano, La excéptica critica del siglo pasado depuso contra la verdad del tributo: y, aun en nuestro siglo el espíritu de Lafuente no es otro que el que inspiró á Masdeu.
     Pero mas bien que de presentar frente á los historiadores, que afirman, el testimonio de los que niegan, ó á la inversa, cuidemos de oir la voz augusta de la tradición, que resuena con tan singulares acentos de verdad.
     Sucesivas generaciones han dejado testimonio de su creencia en las obras literarias, en los monumentos arquitectónicos. Diganlo los capiteles de la tan notable iglesia de Naranco, fundada en las cercanías de Oviedo por el Rey Ramiro, y también tiene su valor un bajo relieve de la Catedral de Santiago que, «según tradición inmemorial, representa la batalla de Clavijo,» al decir de mi docto maestro D. José Fernández Sánchez, en su Guía de aquella ciudad.
     Ello podrá ser un cuento, conseja ridícula, como el Sr. Lafuente dice con ligereza desdeñosa; ¿pero es que esa incredulidad con respecto al caso, puede estimarse en más que la credulidad de muchas generaciones?
     Esa creencia, trasmitiéndose de siglo en siglo, llega á crear una verdadera realidad en los espíritus; y así


[p. X]

en tanto que se estingue el recuerdo de otros famosos sucedidos, la persistencia en la afirmación del tributo y de las hazañas que originó, constituye algo tan interesante, tan curioso como el suceso mismo, con serlo éste tanto. Pongamos por caso, de que habiendo existido en efecto el tributo, su recuerdo se hubiese borrado, frente al caso de que, siendo mera fábula, aprendido por el pueblo como verdad, siga creyéndolo y publicándolo; pues más realidad, más influencia social, mayor trascendencia é importancia tiene en el caso de ser ensueño que permanece, que en el de ser suceso, apenas ocurrido, enteramente olvidado.
     A Vd., autor de un drama que tiene por argumento un episodio que confirma la existencia del tributo, bástale con la verdad artística; á mí, encariñado con esa tradición, cuyo valor y eficacia más se siente que se prueba, no me basta sino con la verdad histórica. Por eso insisto en reivindicarla; que ya sobre ello escribí y más de caso pensado, al trazar en breve cuadro la historia de la poesía gallega, de que es preciado ornamento el famoso Canto d' o Figueiral.
     Que la torre de Peito Burdelo no estuviese en Betanzos, ¿qué importa para la ficción artística? Impórtale más señaladamente que al poeta, al curioso investigador, que en estos contornos de la que fué Torre de Peito Burdelo —pecho del burdel
— podrá recoger de labios de los naturales la relación legendaria, impregnada de cierto sabor sencillo y arcáico, propio de añeja tradición, que autorizan con su presencia los vestigios de la torre de Peito Burdelo y este antiquisimo solar d'os Figueroas, situado, como dice Florez Oscariz, (Figueroa y sus armas, pág. 435) «en un lugar y fortaleza que és entre Betanzos y el hospital de Burman,» en «hû recosto ingreme que se fai perto d' a ponte de Sarandones,» lugar, no sólo según historiadores españoles, sino también según el portugués P. Brito, doncle fueron desbaratados los moros. Unos dicen que los vencedores tomaron el nombre del campo, por las muchas higueras de que estaba cubierto,

[p. XI]

otros dicen que fué porque corrieron á los moros con palos de higuera,


«Troncom desgallara,
«Troncom desgalley,
«Todos machucara,
«Todos machuquey...»
(Canto d'os Figueroas)

     ¡Qué grato es el evocar tales recuerdos, dando rienda suelta á la imaginación, excitada por la presencia de los lugares en que acaeció, hace ya tantos siglos, el nunca olvidado episodio, gloria de aquel Rodrigo d' Arioza que, según frase de V., tenía


«...n'o peito dous amores:
O d'a Pátrea e d'a mullerl!

     Aunque la torre de Peito Burdelo distase tres leguas de Betanzos, enclavada en el monte de Beira, término de la hermosa comarca mariñana, bien hizo V. en poner la escena en Betanzos, pueblo de grandes recuerdos históricos, que también los tiene del tributo, pues allí está el Valdoncel —que V. menciona— donde se supone reunían las doncellas, y próximo al puerto adonde anclaban las galeras, primera ominosa prisión de las destinadas al harem.
     Por lo que se relaciona la historia de Betanzos con la del tributo, se explica el movimiento mixto de simpatía y curiosidad, que ha despertado en aquella ciudad el solo título de su drama.
     Y á este propósito se me ocurre, que á la sesión ó velada (1) en que V. lea su laureado poema dramático, podría dársele muy interesante carácter retrospectivo.


______________
     (1)    Esta velada, á que alude el Sr. Marqués, tuvo lugar en el teatro Alfonsetti de Betanzos, en la noche del 26 de Octubre de 1890. En ella, con entusiasta elocuencia, se pronunciaron discursos y leyeron poesías, que la modestia del autor le impide reproducir. El Orfeón Eslava y otras colectividades musicales quisieron también prestar su concurso. A todos envía fervientes gracias. reconocido,

G. Salinas


[p. XII]

A guisa de sinfonía, bien organizada masa coral pudiera interpretar las severas notas de la canción:
     N'o Figueiral Figueiredo—A n'o Figueiral entrey etc., etc.
     Cuadrarían bien, á continuación, la lectura de las poesías de Berceo y Santillana y de los romances de los siglos XV y XVI, que aluden al heroico sucedido, muestra palpable del valor de una tradición que, fresca y viva al cabo de tantos sigloz, torna á ser en nuestros días origen de inspiración poética.
     ¿No es verdad que esta singular persistencia, y no me canso de encarecer su alcance, dice más que cuanto yo pudiese añadir?
     Es el de V. —y esta circunstancia lo a valora mucho— el primer drama histórico escrito en gallego. Y aun de distinto género, no tengo noticia sino de otros dos dramas: A Fonte d'o xuramento, de D. Francisco M.ª de la Iglesia, que fué representado en el «Liceo Brigantino» de la Coruña, y otro titulado: Non mais emzgración, del Sr. Armada Teijeiro, puesto en música por don F. Rego y estrenado en el Teatro Tacón de la Habana, en 1886.
     El habla gallega se adapta mejor á la lírica: en el de drama ofrece mucha dificultad, por no estar trabajada para el diálogo, como no sea entre labradores.
     El escaso cultivo de un género literario en que hay tanto de convencional en la disposición de los artificios escénicos, crea quizá el obstáculo mayor que tuvo V. que vencer para lograr honroso galardón.
     Le felicita, ofreciéndole su amistad y dándole gracias por sus frases, que le presentan y acreditan como maestro en cortesías, su atento S. S.

          Q. B. S. M.
El Marqués de Figueroa.

                    Torre de Figueroa á 26 de Octubre de 1890.








[p. XIII]



Adicaceón

Á Betanzos
_______


     Se tí, miña vella e inviuta Flávium Brigantium, tiveches n'as tuas tradiceós unha epopeia grôreosa e soficentemente sobrime pra m'ispirar hastr'o ponto de qu'a miña lira se vexa decote córoada: ¿qué menos hei faguer, que t'adicar o poëma prémeado? E tí, ¿qu'outra causa qu'om'o aceutar, s'o meu loureiro y-è de tí, que m'insinaches onde s'atopaba, tanto coma de min á quén o Eterno quis dar alentos pr' ó sabere conquerir?
     Ofrecéndo-cho c'os meus amores, penso comprir un debere de gratitude, emperioso n'o curazón d'o

               Autor,

Galo Salinas e Rodríguez.


                    Vila de Ponte d'o Eume. Setembre de 1890.





[p. 16]





Presoaxes
_______


     Sancha de Lema
     Eldona d'Osorio
Doncelas nobres
     Rodrigo d'Ariza
(Amante de Sancha).
     Bermudo (Escudeiro de Rodrigo).
     Shuakin-el-Maleb (Xefe mouro).
     Mendo Lema (Pai de Sancha).
     Abade Mitrado d'o Cristo d'a Mercé.
     Osorio, (Hirmán d'Eldona.)
     Lanzós
     Fernán Péres de Bande
Cabaleiros
     Un cintinela mouro, (non fala).


Nobres, pobo, soldados e mouros.



Época.
— Sigro VIII.— Ano 785.



O Argomento desarrólas'en Betanzos.










[p. 17]

 

A TORRE DE PEITO BURDELO
____________


Auto Úneco
_____

A escena representa Q intirior d'unha sala outógana co-as paredes cobertas n'a sua maior parte de tapicería.— Portas e ventanas ó fondo e lateraes defendidas por cortinós.— 'O estremo direito d'o espeitador unha mesa tamén con tapís, y-o seu lado un sillón d'alto respaldar.—  Taboretes y-escanos de madeira, repartidos pol-a sala.



ESCENA l.

'O se corrél-o teón, aparescen Rodrigo e Bermudo n' a porta d'o fondo. O cintinela mouro sostén á cortina central e-asiguida ritírase. Rodrigo e Bermudo, ó entrar, ollan curiosos pra todas partes.


Rodrigo.    'O fin chegamos, Bermudo,
Voando pol-o deseo,
A est'odeada e maldicida
Torre de Peito Burdelo.
Bermudo.    Certo, meu Siñor Rodrigo,

[p. 18]

E certo tamén qu'eu penso
Qu'a chegada fos'enútil.
Rodrigo.    ¿Por qué, Bermudo? (Anseoso)
Bermudo.                                 Por esto:
   Vos, Siñor, non iñorades
Qu'est'endiañado castelo,
S' alcontra cheo de covas,
Ascondrixos e sacretos,
Ond'as doncelas caotivas
S'esmorriñan n'o mesterio,
Sén qu'os seos queixumes tristes
Os escôite mais qu' o Ceo,
Qu'as veces paresce xordo
E n'outras somella cego;
E si dend'en baixo en riba
Non chegan os seus acentos,
D'en riba en baixo, Siñor,
Que non se sintan eu penso,
E por moito qu'esbafando
Chamand'atenceón berremos,
Par'ilas seremos müos,
Mais non par'os sarracenos,
Que ritirand'o primiso
D'entrar, votar hánnos leixos.
Rodrigo.    Cala, Bermudo, n'aomentes
Meu xusto desasosego,
Que ti non sabes d'a yalma
O que me rebule dentro.
   Escôitame ti que xa eres
Mais amigo qu'escudeiro,
E ve s'alcontras consolos
Par'o meu dôrido peito,
Que cuas non poide n'a terra
D'o seu sofrire c'o peso,.
   Tí ben coñecel-o Conde
De Lema, o Siñor Don Mendo,
Tan dino coma o que mais
E cal ninguén cabaleiro.

[p. 19]

   Tí, xa sabes qu'a Condesa
Viútema d'un mal fonesto,
Morreu nascend'unha filla,
Un anxeliño d'o Ceo
Que viv'entr'as soedades
D'as sombras d'o lar paterno.
   Recloida n'o seu pazo
A neniña fôi crescendo...
Xa n'è anxel, è muller
C'un sembrante feiticeiro,
C'o corpiño d'unha fada,
C'o cembrear d'o loureiro,
C'uns olliños qu'asisina n
E c'uns beizos tan bermellos,
Que brindan sangue-ò que morre
Y-ò que vive, fai larpeiro
De beber n'o sangue aquele
Un bico, siquer romedeo
Non fós'á su'agoniña
Qu'o bebería morrendo...
   Eu vin-l-a Bermudo, eu vin-l-a,
E d'aquel istante mesmo,
D'oleadas de tenrezas
Fôis'o curazón s'enchendo,
E cando mais non cabian
Qu'o ispacio era xa pequeno,
S'esparramanon por fora,
E sobind'ò pensamento
Tradocírons'en palabras
Qu'escaldaban òs meus beizos.
   Este meu promeir'amor
Enxendrou-o amor promeiro
N'a-yalma daquela virxe,
Qu'o altar ten n'iste meu peito. (Paosa)
Bermudo.    Agora, Siñor, m'o-esprico
De sempre vos ver en quieto.
Rodrigo.    Non, Bermudo, non e o amor
Correspondido, o meu duelo,

[p. 20]

'E, qu'ò pedil-a seu pai
Meu dôn-o Siñor don Mendo,
Respondéume: «Aind'è moza,
«E non sôs Rodrigo vello:
»Mais adiante algúns anos
»Cando xa non seádes nenos,
»Si vos amades cal hoxe,
»Meus fillos, eu casareivos;
»Que vos, Rodrigo d' Ariza,
»Sodes doncel de conceuto;
»Sancha de Lema vos ama
»Y -eu, seu pai, n'a descontento.»
   «¡Miña Sancha...! ¡Meu Rodrigo...!».
Entrámbol-os dous dixemos,
As meixelas inondadas
Co-as bágoas d'o sintimento.
«¿Tí, m'amas, dis...? —¡Eu t'adouro
»C'un amor dino-y-eterno...!
»—Pois destonces, xoiñ'amada
»Esperemos...— ¡Esperemos!
Bermudo.    ¿Y-o prazo?
Rodrigo.                     Comprido-y-e
N'o mes en qu'estamos mesmo,
D'os tres anos que marcóu
'A nosa sorte, don Mendo.
Bermudo.    Cuás qu'adeviño, Siñor,
D'esta narraceón o resto.
Rodrigo.    N'è defícil, bôo Bermudo.
Bermudo. Seguid e, Siñor, x'atendo.
Rodrigo.

   Cand'onte-ò chegar a Cruña
Sin nos mudál-o aparello
Ibámos seguil-o viaxe
Par'o país betanceiro,
N'os cales alrededoiros
Palpit'o meu pensamento;
E cand'os brazos d'a dicha
M'ofercian doce aperto,
E d'as miñas ánseas todas

[p. 21]

A recebir iba-o prémeo,
Despôis de pasar tres anos
En lôitas n'o campo aberto;
Déronm'a croël noticea
De qu'era chegad'o tempo,
N'o qu'os enfieles criados
D'o enfame Hulaken promeiro
Cobrar viñan o Trebuto
D' as cen doncelas... ¡Eu tremo!
E qu'os mouros galeós
Fixéranse mar adentro
En conduceón d'as Kabilas
'Que son d'o Sultán o exército,
Para recollél-os froitos
C'os qu'aquel Rei luxureiro,
Os divás d'o seu harém
De contino pasa enchendo.
   A Betanzos conresponde
Pol-o enfamante decreto
Entregar doce doncelas:
Seis, nobres de nascemento
E seis d'o pobo, e-a mais todas
De xentil, fermoso aspeuto.
   Quen ascondelas poidera
D'as garras d'os sarracenos,
E non hai algún treidor
Qu'as delate por diñeiro,
Esas salvan; mais quen non,
Cai-n'as mâs d'ises famentos,
Qu'antes d'as levar ò Rey
Coumeten mil atroupellos,
Facendo márter un corpo
Que virxen formóu o Ceo.
   ¿Quén á Sancha oucultará,
Se tend'o seu pai n'o cerco
Sôila-está n'a su'aldea
Pol-a iñorancia sen medo!
   Vel-eiquí, por qu'insiguida

[p. 22]

De noticearm'o soceso,
Partin d'a Cruña, e cheguei
Reventand'o meu potrenco,.
A sacal-a d'este cárcere
S'è qu'ila s'alcontra dentro,
Qu'esta torre-o puzo-y-è
Ond'as doncelas poñendo
Está esa raza-agoireira
Hastr'outél-o seu compreto,
E consiguido, zarpare,
As teas infrand'o vento,
'As africanas rexiós
N'un convói qu'è cuás'enterro.

Bermudo.    Y -o pai, o hirmán que non poiden
'O seu tesouro escondel-o,
¿Qué farán?
Rodrigo. (Con nobr'altevez) Sacan d'o cinto
O poñal, qu'entra n'o peito
D'a filla, d'a hirm'adourada,
E sálvans'asin, morrendo .
C'un corpo que fixo Dios
Non debe gozál-o demo.
Bermudo. ¡Non, pardiolas! soil-as meigas
Serven'os fillos d'o averno.
(O cintinela aparesce n'a porta e bat'o chán co-a lanza: vaise)
Siñor, s'habedes faguer,
Obrade, que pasa tempo,
E xa vex'o cintinela
Que rebule n'o seu puesto.
Rodrigo. Sin, Bermudo, olIa tí
PoI-o costado direito,
Nasmentres que con caotela
Eu ropás'o lado esquerdo (Alzand'as cortinas)
(Rexistran, ò tempo que se sinte un laüde acompafiando unha vôs, que canta estrofas d'un antigo romance; entrambos quedan sorpresos. Escomenz'a noitecer)




[p. 23]


ESCENA II.

Os ditos; unha vôs que canta, e logo n'o interior Lanzós e Osorio, que figuran falar dend'a praza, segundados poI-o pobo.


Vôs. (Canta)    «Dentro de Peito Burdelo
»Gardan o meu curazón...
»Espera, que d'os teus ferros
»Axiñ'á librarte vou.
»¡Ay! non chores, prend'amada,
»Non chores, non xemas, nòn,
»Qu'ò pé d'ista torre-enfame
»Por tí sospirand' estou,
»E por tí co' as bágoas miñas
»Me consomo d'aflición...
»¡Mal haxa quen d'isa torre
»As negras pedras alzóu ..! (Cal'a vôs)
Rodrigo. (A ventana) Calai fidalgo, n' é d'homes
De xéneo e de curazón,
Trovar endechas sintidas,
Se ten espada e valor.
Idev'os, y aló n'o campo
D'a pelea-alzade a vôs.
   ¿Ves algo, Bermudo? (Volvéndose)
Bermudo.                                  Eu, nada,
Por mais que cureós'estóu.
Rodrigo. ¡Ond'a terán encerrada!
¡Quén a librará, meu Dios!
(Séntes'o lonxe ruído de xente e un debre redobre d'atambor)
Bermudo.    ¡Selenceo, Siñor! ¿Sintides?
Rodrigo. D'o mar as ondas...
Bermudo. (Ind'à vedreira)            ¡Ay, non!
Son xentes qu'eiquí s'achegan;
Oub'os tombos d'o-atambor.
Rodrigo.    ¿Qué dís...? ¡Toleas, Bermudo...!
Bermudo.    ¡Poidera! prest'atenceón,

[p. 24]

Ollade pol-a ventana,
Ved'ò lonxe, meu Siñor,
E reparade n'o disco
Que forma-ò poñers'o sol... 
¿Qué vedes...? (Rodrigo olla poI-a ventana)
Rodrigo. (Ademirado)      ¡Xesús!... eu morro!
Son os piratas galeós
Que creban d'a-y-aug'as olas
Co-a sua carreira velós...
¡Xa chegan, Bermudo... veos...!
Bermudo.    ¡E certo... os mate un trebón!
Son muitos, ben se devisan...
Imol-os contar: ún, dous,
Catro, seis, oito... ¡son oito!
Rodrigo.    ¿Tantos, Bermudo... n'é-error?
Bermudo.    ¡Abofellas que non minto!
Véde-os cheos de pendós,
Bandeiras e gallerdetes
Que locen n'o baixo sol.
Rodrigo.    ¡Ahl sin... x'arriban à praya... (Con anoxo)
Xa desembarcan... ¡Treidor!
   ¡Maldido Rei Mauregato
De Galicia e de León!
¡Maldido Huláke-Abderrámen
D'os negros Impeirador!
Que firmastes un contrato
Homildante, baixo, atrós,
A pretesto d'unhas paces
Que son d'a Pátrea o baldon...
   E pobo vil, que consintes (Eixaltado)
Te rouben os curazós
D'as tuas porísemas fillas
Sin opoñer teu furor...
   ¡Pobo! enmolado te vexas
Si n'ista xust'acaseón
N'arrincas d'a-yalma saña,
Non tornas por teu honor,
Non t'enfurece unha caosa

[p. 25]

Que reproban mundo e Dios!
Bermudo.    Ved'as tropas que s'arromban
N'a praza...
Rodrigo. (Con desprezo alzand'a vôs) Son d'a naceón...
Veñen axudal-a trata
Qu'os manda un ousurpador...
O noso Rei Mauregato... (Con eronía)
   ¡Bermudo, à defensa vou...! (Enritado)
Ségueme...! (Aoment'o ruido n'o intirior)
Bermudo. (Contendo-ò) ¡Siñor ...calade
Qu'estamos n'unha prisón...!
Rodrigo. De mulleres, qu'os cobardes
Non s'estreverán con nos...
Lanzós. (Adentro)    ¡'As armas, nobreza... guerra...
Viv' o estandarte español!
Pobo. (Adentro)    ¡Viva! (Rodrigo desenvain'a espada)
Osorio. (Adentro) ¡Que morran os mouros,
D'as nosas honras ladrós!
Pobo. (Adentro) ¡Morran... morran...!
Rodrigo. (Sin se conter, berra dend'a ventana) ¡Betanceiros!
Crêntes d'unha relixión
Qu'a grôrea ten por presea
E ten por xüez á un Dios:
Os inimigos d'a eigrexa
E d'a vosa salvación,
Véñenv'os matal-a-yalma,
Véñenv'os furtal-o-honor
D'as vosas hirmás e fillas
¿Permitirédel-o...? (Con féereza)
Pobo. (Adentro enritado) ¡Nón!
Rodrigo.    ¡Asin, valentes pecheiros...
Espertade... ¡voto-á-briósl
D'o leitargo en que somidos
Vos ten fonesto temor.
¡Quinz'anos fai que nos levan
O sangue d'o curazón!
Trebuto d'as cen doncelas
Desparesce; xa se fói

[p. 26]

O
tempo d'a escravitude...
Sin, valentes, s'enterróu,
Qu'os homes que nascen libres
Libres morren con valor. (Paosa-transiceón).
Nobres; que non respondedes,
Voso-aliado non son...
A min bástame c'o pobo
Qu'ò par d'o pobo está Diós.
Lanzós. (Adentro)   A nobreza con-o pobo
Fai caosa cumún, Siñor...!
Rodrigo.    ¿Quén m'o asigura?
Osorio. (Adentro)                   ¡Eu, Osorio
Y-O cabaleiro Lanzós!
Rodrigo.    Ben, amigos, m'esperade
Que vos compañar xa vou.
(Vais'ir e detens'ò sintir viutorear)
Lanzós. (Adentro)   ¡Viva Rodrigo d'Ariza!
Pobo. (Adentro)   ¡Viva!
Osorio. (Adentro)             Que se veñ'á nos
Rodrigo, noso caodillo...!
Rodrigo. (Con antuseasmo) ¡'As armas,... à rebelión...
Transixir y-è cobardía...
¡Pecheiros, alzad'a vôs
E non rest' un sarraceno
Para contal-o...!
Pobo. (Adentro)           ¡Nón... nón!
(Rodrigo vai sair, y-o detén Bermudo)
Bermudo.    ¿E doña Sancha?
Rodrigo. (Con nobre arranque)   ¡Me deixes!
¿Ves que piligr'a naceón
E me detés?
Bermudo. (Sopricante)   Temeráreo
Espóns'a perdel-o amor...
Rodrigo.    ¡Bermudo, tamén por ela
'As filas d'o pobo vou!
As caosas santas s'alazan
Con forte, apertado nò;
   Y-o non defender sua dona,

[p. 27]

A sua Pátrea, nin seu Diós,
Cousa-è de castas innobres
De peitos gallegos... ¡non!

(Vaise Rodrigo siguido de Bermudo, co-as espadas nuas. Alguns mouros vens'atravesar poI-o foro).






ESCENA III.


Sancha y-Eldona saen apresuradas pol-a isquerda.


Sancha.    Eldona, d'o meu amigo
¿Nón sintich'a crara vôs?
¿Será verdade ¡gran Dios!
Que s'alcontr'eiquí Rodrigo?
Eldona.    Verdades ser poiderán
S'as ispira-o pensamento,
A min tárdam'o momento
D'aparescer meu hirmán.
Sancha.    ¡Ay, Eldona! triste sorte
C' o seu non vir nos espera...
Matárame s'o soupera,
Millor qu'a deshonra-a morte!
Eldona.    Sin, Sancha, sin, prisoneiras
D'os servos d'un Rei malsin,
Vexamos chegal-o fin
D'as nosas horas redeiras.
Sancha.    ¡Ilosiós d'a miña-yalma... (Triste)
Morrestes! y-o ben pirdido
Nin siquer me deix'o-olvido
Co-o que recobrál'a calma!
Eldona.    Si consolos ainda caben
Co-as bágoas, choremos, Sancha!
Sancha. ¡Ayt d'o deshonor a mancha
Non hai bágoas, non, qu'a laven.
Eldona. (Escoitando) E non veñen, y-os enfieles
Xa entrubian d'a praya os xabres...
Sancha. Cheguen... toparán calábres...
Eldona. Soil-d'istes son dinos eles.

[p. 28]

Sancha.

   Eldona, os nosos queixumes
Cambemos cal confisión,
Desfógues'o curazón
D'amistad'en sacros fumes.
(Séntase Sancha n'o sillón y-Eldona ò seu lado n'un escano)
Eldona.    Comenza Sancha, eu t'escoito,
Pôis, escoitarásme tí.
Sancha. Meu mal, Eldona está eiquí, (Pol-o-curazón)
Eldona. ¿Tanto sofres?
Sancha.                       ¡Sofro moito!
   Prò n'adementres qu'a espranza
Non fuxe d'a mente miña,
Oub'a trist'e coitadiña
Hestoria de malandanza: (Paosa)
   Dezoit'aniños comprin
N'o mes íste d'o San Tiago,
E mamorias xa n' as fago
D'o tempo aquel'que pirdin.
   Sin de nai ò dôce abrigo
Véronse correr meus dias...
¡Non gozei mais aligrías
Qu'as d'o amor d'o meu Rodrigo!
   Qu'anque sint'afeuto un pai
Poidél-o espresar n'ò sabe...
¡Esa tenreza, so-il-cabe 
N'a-yalma d'a nosa nai!
   Meu padre, o Conde de Lema
Por trabas d'o seu oficio,
D'o Rei andoiv'ò sirvicio
Criándom'a vid'anéma,
   E cando rindida-ò dór
Unha foxa tiña ò-diante,
Vida bebín refrescante
D'o meu Rodrigo n'o amor.
   ¿Dirásme tí, que sintin
O revivir comenzar?
Miñ'amiga o t'ispricar
Cousa m'è negad'á min.

[p. 29]

   ¿Ves d'aréa abrasadora
Queimar d'a prant'á roxura;
'O recebir-y-auga pura
Retornárs'en criadora?
   Vel-anduriña sinxela
Fuxir d'as tostadas playas,
E vir'as comarcas mayas
Dò-nascen os fillos d'ela?
   ¿Ves d'o espantabre deserto
As agoniñas d'a sede,
N'as que rud'a vida cede
N'estand'o romédeo perto?
   Pois todo-ch'o sint'e pasa
Yalma qu'en mesterios arde,
S'o calor non chega tarde,
Pouco è bon, o muito-abrasa.
   Eu m'abrasabá n'o día
Cando d'Ariza me veu:
Disme ¿n'hei d'amál-o eu,
S'il m'amóu cand'eu morria?
Eldona. Sin, Sancha, co-a-yalma toda, (Abrazando-a)
Co-o peito en cariños cheo:
Tal amor dino è d'o Ceo...
Sancha. ¡Alí ser-há nosa boda!
Eldona.    ¿Qué dis, nena? (Con sobresalto)
Sancha. (Moy triste)           Que n'a terra
I-é imposibre nosa uneón...
Eldona.    ¿N'ainda ès pura?
Sancha.                         Pura són.
Eldona.    ¿E logo...?
Sancha. (Con pesar)   O porvir m'aterra!
Quizaves d'eiqui unhas horas
As galeras sarracenas
Leven un cento de nenas
D'a Pátrea par'as aforas...
   ¡Dèntr'ilas, iremos nos...!
Eldona. ¿Pois non convimos morrer?
Sancha. Eí tés, qu'a boda-ha de ser

[p. 30]

Tan só diante de Dios!
Eldona.    Non, Sancha, un presintimento
Me dis que salvar nos han.
Sancha. Son sonos d'o teu afán.
Eldona. Son voces d'o sintimento.
   Escóitame, eu coma tí
Roubada fun d'o meu lar,
Tamén m'ameaz'o mar
Ou morro contigo eiquí;
   Coma tí, tamén meu pai
Sirvind'ò seu Rei estaba
E soíña m'alcontraba...
¡Eu, tampouco teño nai!
   Non finxo fé n'o-a miñan
Mais hoxe tranquila espero
Ver chegar adusto, fero
O meu dicidido hirmán;
   E-il, rompendo eracundo
D'o noso cárcere os ferros,
Sacar'hános d'istes perros
Prá nos devolver ò mundo.
   Y-estonces, lonxe d'eiquí,
Rodrigo saber'álcontrarte,
Que n'eisiste baloarte
Pra quen se namor'en tí.
Sancha.    Que Dios te bendiz, Eldona.
Eldona. El nos dea sua benzón.
Con a fé n'o curazón
O istante d'a dicha sona.
(Percíbese gran barullo na'parte d'afora coma d'armas)
Sancha. ¡Os mouros... Dios nos asista! (Erguese)
Eldona. ¡Os cristianos...sálveos Dios! (Ind'à ventana)
Sancha. Eí, o Siñor de Lanzós (Siguind'a Eldona)
C'o seu escoadrón a vista...
Eldona.    ¿Están os nosos? (Anseosa)
Sancha. (Ollando-empaciente) N'están...
Eldona. Pacencia, Sancha, e xoicio... (Ademirada)
¡Meu Xesús... cant'estropicio.. !


[p. 31]

Desfeitol-os mouros ván...
   ¡Léveos consig'o inimigo...!
Sancha.

(Mui anseosa) '0 trote dous cabaleiros
Veñen c'os seus escudeiros... (Con aligría)
¡Ah...! Son Osorio e Rodrigo...!

Eldona.    ¿O ves, Sancha, te mintin?
Sancha. Non... ¿prò'entrarán...?
Eldona.                                    Entrar-han,
Qu'os goardas ò aoxilio van...
¿N'os sintes rubir...?
Sancha. (Moi emocionada)     ¡Ay... Sín!
Eldona.    Rest'eiquí; eu saio fora
Xa me tard'o hirmán por ver (Vaise)
Sancha. ¡S'é que filis hei morrer
Mátame meu Dios agora...!

(Sancha loita c'os deseios de s'ir á porta: vens'á-apoiar n'a mesa, e ò volverse, cai n'os brazos de Rodrigo).






ESCENA IV.

Sancha e Rodrigo, armado de punta en branco, è-o que, ò entrar, recéb'á sua namorada n'os brazos


Rodrigo.    ¡Sancha...!
Sancha.                       ¡Rodrigo...! '0 fin véxot'en vida...
Rodrigo. ¡Anxel, meu ánxel miñ'ánsea, meu amor!
Sancha. ¡Tres anos ¡ay! que teno-a-yalma frida!
Rodrigo. ¡Tres anos ¡ay! qu'eixist'a miña en dôr!
Sancha.    ¿Dudaches de min?
Rodrigo.                                   ¡Non! ¿e tí dudache?
Sancha. Promeiro dudaría qu'ise mar (Sinal-à ventana)
S'á il me deitas'en horas de tolache
Non poidera, Rodrigo, m'afogar.
Rodrigo.    Xa m'o anonciab'o curazón qu'habería
Buscart'eiqui, meu amadiño ben...
¿Por qué teu pai non'os casóu seu dia,
Qu'hoxe n'ousára t'abaixar ninguén?
   Que respetand'os víncalos d'esposa,


[p. 32]

Reina ò meu pâzo foras e de min,
E nin perderal'a tua paz fermosa
Nin eu pasar'as penas que sofrín.
Sancha.    ¡Mátam' amigo...! (Se-ll-indo d'os brazos)
Rodrigo. (Ademirado)            ¡Qué, miña pombiña!
Sancha. Qu'anseo me ver libre ou me morrer,
Ou saio d'esta torre ò mais axiña,
Ou d'os enfieles véxom'ò poider...
   Tì, esto non quês ¿verdá, Rodrig'amado?
¿N'è certo que se part'o curazón
Soñarm'escrava d'Hulakén odeado
Cal outras compañeiras de prisón...?
Rodrigo.    ¡Cálate Sancha...! (Pasándos'as más pol-a testa)
Sancha.                                 ¿Qu'outra causa espero?
Se ti m'amas coma eu te quer á tí,
Tingu'en meu sangue o teu aceiro fero,
E verás que non tremo... ¡fer'eiquí! (PoI-o peito)
Rodrigo.

   ¡Ferirt'eu... imposibre...! (Desandando,espantado)

Sancha. (Con amargora)                 ¡E dis que m'amas!
Rodrigo. Com'aman os anxiños ò seu Dios.
Sancha. ¡E non matas...? ¡Adios; s'un día me chamas
Perder-háse n'o harém tu-ingrata vôs!
Rodrigo.    ¡Aind'hai Sancha unha espranza... (Resolto)
Sancha. (Indo-à íl)                                        ¿Unha espranza?
(Rodrigo colle á Sancha poi-a man e Ieva-à ventana)
Rodrigo. ¿Vel.o pobo ruxinte coma-o mar?
Pois eu axitarei a sua bonanza
E rebelado en furia popular,
Ou morro n'a demanda, ou de non, coido
N'os meus brazos liberta heite de ver.
Sancha.    ¡Vaite, Rodrigo, qu'esperar xa poido...
Tua... por sempre tila... ou me morrer!
Préme-o Siñor a nosa espranza pura... 
Rodrigo. O curazón non póidem'enganar;
Mais si secombe-ò fin !nosa ventura...
Sancha. Piedoso Dios n'o Ceo nos ha xuntar.
(Cóllense d'as màs, ò tempo qu'entra Bermudo)

[p. 33
]






ESCENA V.

Ditos e Bermudo, que logo vaise vixilar à porta.


Bermudo.    Meu Siñor; o alcaide mouro
Dis qu'è tempo de partir:..
   (Aparte) (¡Non'o partis'il un touro!)
   (Alto) 'E qu'o seu xefe vai vir.
Rodrigo.    Ben está; hox'obedencia
Forza è ter... o mand'o Rey. (Con eronía)
Sancha. ¡Torna presto...! (Con cariños'afán)
Rodrigo. (Con siguridade)  Ten pacencia
Qu'a miña promesa è lei.
Sancha.    D'antes de partir, Rodrigo,
Eu quer pidirt'un favor.
Rodrigo. ¿Cal?
Sancha.           ¿T'anoxas si ch'ò digo?
Rodrigo. ¿Eu...!, nón.
Sancha. (Aparte) (Me falt'o valor.)
(Dicidida)   Dáme, Rodrigo,-a tua daga.
Rodrigo. (Estrano) ¡Miña daga! ¿para qué...?
Sancha. ¿Non sabes qué d'ila faga?
Pois, sosment'unha mercé.
Rodrigo.    Non t'entendo...
Sancha. (Sonrindo)             N'è deshonra.
Rodrigo. ¿Qué farás co-a daga, dí?
Sancha. ¿Qué? ¡defendel-a miña honra
N'estando presente tí! (Con arrogancia)
   ¿Iñoras qu'estas mesnadas
D'os fillos de Belcebú,
D'as donceliñas coitadas
Cobran a sua virtú?
   Pois s'alguén as portas abre
Y-entrare n'este rincón,
En min gozar ha un calabre,
Qu'un corpo vivo... iso, nón.
Rodrigo.    ¡Ah! bindita seias, Sancha... !



Sancha.

[p. 34]

Rodrigo, túa ou de Dios...
¿Tí me qués pura? (Alargand'a man)
Rodrigo. (Dalle a daga)         Sin mancha.
Sancha. Será-asín... ¡adiós...!   (Gard'a daga n'o peito)
Rodrigo. (Abrazándoa, e vaise con Bermudo)     ¡Adios!

 

 

Ir ao índice de Páxinas

Páxina Seguinte


logoDeputación logoBVG © 2006 Biblioteca Virtual Galega