Muxenas

 

"Prólogo"

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Muxenas
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PRÓLOGO




     Quedeme perplejo, al tener que cumplir Ia palabra que hace años di á mi amigo Amador Montenegro de prologar Ias poesías del presente libro; apartado, como me hallo por completo casi desde entonces, del palenque literario á donde inmerecidamente me llevaron apremios de amistad Ia más sincera.
     Para corresponder al honor que dicho colega se dignó otorgarme, habré de pasar somera revista á Ias principales composiciones en este tomo contenidas y, de paso, aprovechar Ia coyuntura que se me proporciona de insistir en mis añejas manifestaciones relativas á Ia fijación de Ia Ortografia y Prosodia gallegas, por dicho escritor conocidas cuando, muy jóven dirigía A Monteira, atraído seguramente por la be


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lleza de Ia poesia, mucho más que por Ias arideces del derecho escrito, objeto de Ia profesión por él elegida.
     Al hojear con el indicado propósito Ia obrita intitulada Muxenas, hállase, desde luego, Ia que, Introducción á Ias tales poesías puede considerarse y aparece bajo el epígrafe Por qué canto: Ia cuál por sí sola presenta hermoso cuadro, abundante en pinceladas de color local, así como en poéticos reflejos de muy entrañable amor á Galicia.
     Vese enseguida cómo en bella forma tradúcenos Despedida Ia amargura que asoma ennegreciendo los primeros momentos del viaje iniciado por el gallego que emigra, y que, al recordar sus padres y pedir á Dios les proteja, herido se siente por el indecible temor de morir ignorado, lejos de su hogar, de su familia y de su aldea.
     Interrógase á los bosques y al tortuoso río que entre ellos se esconde, en Ia poesía que comienza ¡Ou pechos curros d'o rio! impregnada de una vaguedad muy común entre Ias de los poetas del norte de Europa. Y, figura como asunto de Ia que lleva el título ¡Desperta! un patriótico llamamiento á los gallegos, recordándoles veneros de riqueza de su región y Ia necesidad de emanciparse de quiénes Ia einpequenecen y esclavizan: dicha poesía, fluida en su versificación y brillante por lo natural y elevado de su pensamiento, hácenos percibir cierto tinte local en éste cuando


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hallar consigue su forma de expresión en el dialecto.
     Exhibe, además, el libro Muxenas, la hermosa composición Ida e volta en Ia qué no solo rebosa algo del intenso amor que los gallegos tienen á Ia terriña en que se criaron, si no también el especial contraste que, de Ia una parte ofrecen los melancólicos acentos exhalados en Ias horas primeras de aquél, que vese ir alejando de su país natal; y de Ia otra halagadoras remembranzas de soñadora mente en pos de la realidad apetecida.
     Los pensamientos de dicha poesía, facetas son de un mismo brillante, donde, nos sorprenden todos los colores del iris, cuando aquella objetiva un alma acongojada ante el negro vacío dejado por los seres que objeto fueron de sus más profundos afectos.
     Sin dificultad se trasluce en la composición N-o Calváreo Ia aprovechada lectura que el autor ha hecho de los Salmos del Rey Profeta, dignos de profunda admiración; asi como de bellas páginas legadas por otros no menos inspirados escritores bíblicos: y revela además dicha obra, Ia delicada manera con que el escritor Montenegro supo ir libando bellezas en Ias pinceladas que dan esmalte á unas y otras de Ias sobredichas composiciones hebraicas. El metro es el más adecuado á Ia índole del asunto, y, consigue sin embargo sus no cortas dimensiones conservar en Ia totalidad de Ia poesia Xesús n-o Calváreo la suave entonacion y Ia intensidad del


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sentimiento con que su autor le dió comienzo; testimoniando á Ia vez que no en vano el humanista Saco y Arce, autor de Ia Gramática gallega, y el que estas líneas escribe, han pretendido hacer ver en diferentes paráfrasis suyas de poesías bíblicas, lo adecuado de nuestro dialécto y de su lírica para tratar los elevados asuntos que dieron ocasión á Ia inenarrable inspiración de Ias hebraicas.
     Es Ia poesia que lleva por título N-a loita, conjunto de patrióticos apóstrofes á los guerreros que con sus heróicos hechos ilustraron Ia historia de Galicia á fin de que vengan hoy á dar aliento á los que llamados están á combatir con Ia pluma en pro de Ia civilización única que debe guiar á Ia humanidad en Ia realización de su moral destino.
     Con sobriedad de versos dibújanse en Ia poesía que comienza con Ia frase Está n-o mundo soila Ias terribles naturales dudas del alma de la expósita en medio de Ia sociedad que le rodea; y, así bien, parece estar viendo el lector en la composición que lleva por título Os' Pescadores á un hijo del mar rodeado de los individuos de su familia que con efusión le abrazan, á poco de haberle visto sobre débil esquife luchar con los enfurecidos elementos, llegando Ia tal familia á olvidar en aquel consolador instante que de nuevo habrá de ver, acaso más de una vez, al audaz pescador, víctima de peligros ignorados.
     O Cintinela. Triste episodio, en el cuál el protagonista de esta composición, después de que


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fugitiva lágrima se desliza por su mejlla al rememorar los tiempos de su infancia y los gratos recuerdos de su país, muy ajeno se halla de que, poco más tarde, enemiga bala habrá de convertirle en dolorosa víctima.
     Tierna expresión del hechizador espectáculo del mar, ya alborotado, ya en completa calma cuando desde Ia orilla se le observa, es Ia poesía que lleva por título N-a orela: y á su vez, Ia que comienza Tras vinte anos de auséncea, trasmítenos con fidelidad la lamentación de quien al regresar, se encuentra extranjero en su patria desde que nadie halla ya que amoroso le hable y le sonría.
     La intitulada A Virxe d'a Guia dulcemente expresa el sentimiento religioso de Ia gente de mar, cuando desde el océano invocar suele á Ia Virgen del santuario de aquel nombre situado en las inmediaciones del puerto de Vigo.
     Muy sentida resulta, y con grata fluidez transmite aspiraciones de un alma dolorida, Ia que se intitula ¡Libertá! en Ia cual poesia aparéntase hablar al pajarillo prisionero de su jaula, para decirle cómo desde Ia suya apetece volar el alma del que sufre.
     Dendes d'o barco que o arrastra y le va alejando de su patria, llora el emigrante al recordar sus tiempos infantiles, y, aunque en su imaginación le atrae cuánto de maravilloso le han referido del país á donde se encamina y cebo fué para decidirle á enajenar sus tierras heredadas, presto, como dicha composición revela surgen en su al-


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ma ennegrecidas sombras, y en sus ojos el llanto; pues que á presentir empieza nostálgicas tristezas por él antes no previstas.
     Justo creo también significar lo acertadantente que, «Fala quirida» déjanos ver, en fáciles estrofas, cuán intensamente ama el gallego el habla de su región; cuáles los encantos de esa fala adourada que cal ningunha espresa o sentimento; y por último, la hiperbólica expresión del afán de continuar escuchando el poeta Ia dulce habla de todos los que hayan de ir á leer, en gallego, el epitafio de su tumba.
     No tengo Ia pretensión de dar por buenas todas Ias poesías del joven Montenegro. Conozco que algunas adolecen de prosaísmo y ripios; de débiles formas de expresión otras, como sucede en el final de Ia que comienza Brilante lostrego al hablar de viento que se lleva los sueños y, en la primera estrofa de Ia página 3: originada principalmente Ia debilidad en ésta de Ia inoportuna intercalación de dos versos de terminación aguda.
     En los sonetos que llevan por epígrafe As duas vidas, nótase deficiencia de algunas condiciones exigidas, en este género de composiciones. Hubiese convenido se abstuviera de presentir como lo ha hecho en segundas —aunque en diversas formas y por motivos diversos— asuntos descriptivos que servido han de objeto á Ias primeras; y, en fin, salvo el respeto constantemente rendido por mí á opiniones ajenas, que no se dejase inficionar del intruso docentismo que hoy pre-


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tende despojar de sus amplios dominios imaginativos á las artes de lo Bello.

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     Pasando ahora al segundo de mis anunciados propósitos, y en uso de Ia autorización que benévolo me ha concedido el autor de Muxenas para realizarle con Ia extensión que habrá de ver quién este prólogo leyere, recordaré que al verme obligado á contestar al llamamiento que para Ia fijación de Ia ortografía gallega se me ha hecho, en Febrero de 1888, en el periódico de Santiago El Ciclón, consigné en el mismo, entre otras, Ias declaraciones que á continuación reproduzco, tomandolas del artículo por mí suscrito en el número de 3 de Marzo del citado año; pues me interesa, en especial por razones que al público no atañen, aprovechar Ia presente ocasión de decir que me ratifico por completo en su contenido. Decía entonces:
     «...tratándose de un asunto en qué predominan y habrán de predominar Ias opiniones individuales, fuera temeridad grande pretender uniformarlas, ni antes ni después que se constituya (si llegase á ser un hecho) la Academia Gallega regional en proyecto.
     «Rindo, en verdad, culto á Ia parte etimológica y de ello he dado sobradas pruebas en Ias notas de mi Cancionero popular gallego, pero conste también que ese honor tributado á Ia etimología no representa en mí Ia menor oposición al progreso en materia de lenguas vivas, porque

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creo que en éstas debe irse suprimiendo lo innecesario á Ia vez que fijando y dando esplendor á Ias formas de espresión.
     «Muéveme á hablar de esta manera Ia conducta observada por ilustres filólogos que, al esforzarse en favor de dicho progreso no se inclinan del lado de Ias etimologías sino del fonetismo, por mas que al significarlo el que subscribe esté muy lejos de pretender lastimar á Ia Academia Española por sus últimas innovaciones en sentido contrario, no opuestas, por cierto, á que algún día llegue á predominar el elemento fonético sobre el etimológico.
     «El ilustre escritor Mr. Passy, en el Bulletin mensuel de Ia Societé de reforme orthographique confirmó, pocos meses ha, esta tendencia hácia el fonetismo que hace años tuve el honor de iniciar entre nosotros por medio de un cuento escrito en verso gallego, el cuál, pasó como herejía á los ojos de sesudos escritores en el dialecto. (a) Hoy mismo el filólogo Max Müller, profesor de Ia Universidad de Oxford á quién he aludido en Ias notas de mi Cancionero preside una sociedad muy conocida desde la publicación de su Fhonetic Journal que, como su nombre indica, tiene por norma Ia defensa del fonetismo.
     «...en ninguna parte corno en España y sobre todo en Ia escritura del gallego, que comienza á formar su literatura regional contem-




(a) Debido á que en él intencionalmente hice trece veces aplicación de la J coa sonido igual al que tiene eu castellano y prescindiendo de orígenes etimológicos




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poránea, pudiera con mejores resultados verificarse Ia reforma en sentido fonético; pues para conseguirlo, apenas habría que alterar Ias palabras, escollo en que tropiezan algunos alemanes, decididos campeones en Ia ruidosa lucha literaria hoy entablada para propagar los caracteres latinos, batalla constante que, al cosmopolitismo habrá de dar mayor apoyo, á medida que Ios pueblos vayan hallando más fácil el estudio de los idiomas extranjeros.
     Poco más tarde, en el número 6 de Ia revista Galicia del mismo año, procuró aludirseme empezando por burlarse de los que escribimos Xan en lugar de Jan y decir cuán ventajoso sería conservar los radicales de Ias palabras; aseverando á Ia par, ó dando á entender, que me había hecho partidario del sistema fonético en sustitución del etimológico, etc.
     Dió esto lugar á que en el núm. 8 de la citada revista se insertase un artículo mío que lleva por título «Indicaciones acerca de Ia Prosodia y Ortografía gallegas» del cuál me interesa —sobre todo por haber tenido aquél escasa circulación— entresacar ciertos períodos y párrafos que en dicho artículo figuran y son los siguientes:
     «Los partidarios del elemento fonético no niegan ninguna de Ias excelencias de Ia etimología; lo que pretenden es, universalizar Ia facilidad y Ia brevedad en Ia trasmisión de Ias ideas y sentimientos por medio de Ia escritura...
     «La filología no necesita para realizar su misión, ni Ia estabilidad de Ias radicales, ni el es-


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tacionamiento de los idiomas; sus apariencias de Tradicionalista aviénense perfectamente con el Progreso, y, hasta con Ia Revolución que resulta del inconsiderado é inatajable afán de independencia y de variedad que á todos cual más cual menos nos domina. Lo que Ia Filología necesita, á imitación de Ia Historia, es Ia no solución de continuidad cronológica, y, por lo tanto, nosotros dentro de Ia libertad que ha sido siempre compañera del progreso de Ias lenguas, estamos obligados tan sólo á conservar el recuerdo, si cabe decirlo, de Ia figura y cantidad de cada eslabón de los que forman Ia cadena histórica de cada palabra y Ia figura y cantidad de la que en cada época le sustituya.
     «Cualquiera que no conozca al de Rucolagna juzgáralo poco liberal al verle ponerse frente del elemento democrático, que es el que disfruta fueros de soberanía en el lenguaje é impone de ordinario sus inapelables mandatos á encopetados académicos, redactores de diccionarios, aunque clamen en el desierto contra corruptelas y abusos en defensa de lo tradicional en los idiomas...
     «...rindo culto á Ia etimología, á pesar de mis convicciones acerca de lo que para el porvenir de los idiomas representa como elemento de cultivo el fonético con preferencia al etimológico: atletas son ambos de los cuales el más hábil hará caer al vencido, sin que, para el triunfo se haga necesario el que lo mate. No es, por lo tanto, radical Ia pretendida reforma de Ia orto-


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grafía gallega ni para verificada de repente; pues perfectamente conoce el Sr. Marsal, que, progresar no es ir de prisa.
     «Estoy conforme con Ia censura que dirige el citado escritor contra los que no adoptan un plan científico para escribir el gallego, lo cual es compatible con Ia libertad, nunca reñida con Ia verdadera ciencia. Rehuyo citar nombres propios; el fallo de Ia posteridad, seguramente habrá de ser más imparcial que el de los contemporáneos, quienes nos bastamos y sobramos (como decía Moratín) para ridiculizarnos reciprocamente,
     «...no dejo de estar conforme con el ilustre escritor Sr. Valladares, autor del último Diccionario Gallego, respecto á Ia no acentuación de los artículos que no son de dativo ó acusativo y de Ia e conjunción. Sin embargo, por mi parte hubiera de preferir, en materia de acentos, el circunflejo para los de dativo y acusativo, y, los acentos graves y agudos para los sonidos de Ia respectiva índole, según los subdialectos; pues Ia é cerrada de los unos es è abierta de los otros. La preposición á puede continuar acentuándose como en castellano; y motívalo más, Ia necesidad de discretarla en el dialecto de los casos en que tiene valor de artículo. A imitación de éste, debiérase acentuar Ia palabra máis cuando es adverbio de cantidad. En cambio, no veo que haya necesidad de conservar la Y consonante haciendo oficio de letra vocal, sin duda por imitar indebidamente á Ia Academia Española.


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     «No me explico que se asuste... de que muchos escribamos Xusticia cuando los portugueses escriben Justicia. Más habría de asustarse, si, andando los tiempos, llegasen á hallar estos estimables señores (que no brillan ciertamente por Ia fijeza y sencillez de su escritura) como signo de progreso el deslinde verificado por los escritores gallegos del respectivo sonido de la J y de Ia X y aun Ia escritura de Ias palabras alleo, fillo y otras mil, como dable nos ha sido á nosotros en los comienzos de nuestra literatura regional. No se lastimaría el actual idioma portugués de recibir cariñoso auxilio de su hermano el gallego como no se desdeña el rico y armonioso idioma de Cervantes de aceptar las ofrendas con que á veces le brindan los dialectos.
     «Continuemos, pues, esciribiendo cada uno con la libertad que nuestra razón individual nos consienta, hasta que el uso forme ley bastante para tildar de discrepantes á los que lo sean. A un dialecto ó idioma, que está en su infancia literaria, no podemos pedirle los atildamientos del adulto que disfruta fueros de virilidad y de mando.
     Al Ilegar aquí séame lícito añadir á lo que extractado queda de ambos artículos, y aun con peligro de abusar de la benevolencia del lector, dos nuevas observaciones. Refiérese la primera al Mosaico de composiciones en 1862 publicado con el título de Album de la Caridad, donde su colector prescindió de la ortografía de origen de varias de aquéllas, incluso al copiar una mía del año de


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1853 que insertose cuarenta años ha en un folletín, que conservo, del periódico «La Oliva», de Vigo, y, con el aditamento, de haber el mismo colector, más tarde acomodado también á la suya la ortografía de muchas de las incluídas en la obra que bajo el título «El idioma gallego» forma parte de la Biblioteca de que es perseverante editor en esta capital Andrés Martínez Salazar, ilustrado hijo de Astorga y escritor amantísimo de Galicia.
     Y creo que no huelga citar aquí dicho dato que tan opuesto fué al uso gramatical adoptado por escritores cultos, á fin de hacer notar que, sin embargo de la respetabilidad del colector, Antonio de la Iglesia, á quien el progreso de la literatura regional débele tanto; apenas ha influido —ni aun seriamente apoyado por el Diccionario de Marcial Valladares— en la casi unánime opinión ortográfica de muchos cultivadores del dialecto.
     Por último, enderezaré la segunda de mis observaciones, á los escritores que, en materia de lenguaje prefieren sobre todo otro elemento el etimológico tradicional, para recordarles la época en que nuestros antepasados escribían Corunna, ninpha, scéptico, simphática, sseis, abbreviar y priuillegio, y hacerles, de paso, ver que ellos son de los primeros en prescindir de los radicales etimológicos en ciertas palabras como ayer (heri), arúspice (haruspex), halagar (afalegar), huérfano (orphanus), huevo (ovo), etcétera.


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* * *

     Cúmpleme ahora patentizarle al autor de Muxenas que con toda mi alma me congratulo de que adopte Ia Ortografía y Prosodia (a) que respetadas aparecen en dicha obra; y, con tal motivo créome en el deber de manifestar que hallo exagerado cuanto por algunos escritores se afirma acerca de un supuesto estado de confusión en Ia manera de escribir el gallego, y, por ende, de Ia necesidad de crear una Academia que le purifique y le dé fijeza.
     Porque, si bien en lo concerniente á este punto no me he negado á formar parte de Ia comisión encargada de plantear Ia nonata Academia sobre los restos de Ia extinguida sociedad Folk-lore gallego, á cuya creación tuve Ia honra de cooperar en esta capital, estoy ya en el caso de hacer constar, á fin de que no se me tache de inconsecuente, mi firme creencia de que, vínose presentando, sin hondas diferencias, Ia escritura del gallego en los treinta años que acaban de transcurrir; y, por lo tanto, en sentido de unificación relativa; cuál déjase ver en Ias obras de Rosalía Castro, Añón, Alberto Camino, Pondal, Francisco de Ia Iglesia, Pérez Ballesteros, Saco y Arce, García Mosquera, Lamas Carvajal, Curros Enríquez, Benito Losada, Aureliano Pereira,




(a) Iniciada por el prologuista, respecto de Ia última, en el gallego, Ia reforma no ha múchos años verificada por Ia Academia Española.



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Martínez González, García Ferreiro, Luciano González, Barcia Caballero, Labarta, Jesús Rodríguez, Luís G. López, Ribalta, Lugrís, Núñez González, Armada Teijeiro y en composiciones no coleccionadas de otros autores, á Ia lista de los cuales hasta pudiera agregarse Ia de Ia minoría, ó sea Ia de los partidarios de que Ia J tenga no sólo el sonido de tal, sino también el de ch francesa, cual debió tenerlo Ia X en enxienplo que figura en Ordenamientos dados en Alcalá por don Alfonso XI. Entre los aludidos partidarios de los dos sonidos de Ia J y contra los arriba citados escritores, figuran de antiguo mis primeros contemporáneos Antonio de Ia Iglesia, Juan Manuel Pintos, Valladares y Pondal, y, en Ia actualidad los todavia jóvenes Galo Salinas, Martelo y Florencio Vaamonde.
     Debo aseverar igualmente que persisto en mi opinión acerca de Ia probable esterilidad de toda Academia en el período que pudiéramos denominar de verdaderos comienzos literarios del dialecto, como fácilmente puede inducirse de lo que hoy ocorre al idioma castellano, á pesar de los plausibles esfuerzos de Ia Academia Española enfrente de ciertos escritores que, rebeldes á elevadas indicaciones prosódico-ortográficas, hace años continúan escribiendo en Ia forma siguiente, Ias palabras: ageno, Genaro, homenage magestad, muger, expontáneo, excéptico, tradicción, discrección, occéano, viage, etca. y los que, en cuanto á Prosodia, no contentos con declarar indebidamente esdrújulas Ias palabras colega, intervalo,


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epigrama, kilogramo, pentagrama y telegrama, omiten Ia acentuación de Ia última sílaba aguda de los polisílabos terminados en N ó S; y aun puedo añadir, á tenor de confesión de algún ilustre académico, que aquella corporación vese obligada contra aspiraciones suyas y de quiénes Ia obedecen, á transigir con que se emplee la Y (hoy nominada ye) en sustitución de Ia I; Ia G en los sonidos de J; Ia C en los de Z; y Ia M antes de B y de P.
     Ahora, pues, si esto ocorre respecto de un idioma literariamente cultivado durante siglos y dentro del cuál distinguidos escritores, apegados á lo consuetudinario —como sucedió ya con los contemporáneos del sabio lingüista é innovador Antonio de Nebrija— aparecen rehacios en acatar nuevas reglas prosódico-ortográficas: puede sin esfuerzo grande suponerse lo que hubiera de ocurrir en lo que concierne á nuestro dialecto y á su proyectada Academia, no sólo ante Ia difrcultad de hallar bastantes personas de respetable y respetada autoridad gramatical y filológica que hubiesen de prestarse á desempeñar el cargo de académicos, si no también por lo ineficaces que habrían de ser los trabajos que encaminados fueren á purificar el lenguaje y á dar sanción justificada al uso; y así, además de otras razones, inferirse puede de Ia indiosincrásica tendencia regional nuestra de ponernos, con razón ó sin ella, en contra de todo comprovinciano en el momento crítico en que éste pretende comenzar á elevarse sobre el inmóvil nivel de Ia


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rutina.
     Y en demostración de que ni aun á los muertos dejamos descansar en paz, puede leerse en el número 65 que acaba de publicarse de Ia Revista gallega bajo el epígrafe "Campo neutral" un artículo, suscrito con el seudónimo Fulvio Vergodense, y en gallego, donde resalta entre sus períodos uno casi en portugués con Ia contradictoria afirmación de que parece mentira que haya quien no reconozca que las reglas de las gramáticas portuguesa y gallega son Ias mismas, y que, ya críticos extranjeros consideraron inútil el trabajo del autor de Ia Gramática gallega, (el de Saco y Arce, es el respetable nombre aqui omitido) en atención á que ya existían gramáticas portuguesas.»
     Olvídase el tal articulista de que antes de afirmar contra aquel gramático algo de lo que, probablemente sólo este hubiese de poder desmentir; debió tener en cuenta que, desde el reino de Ia Verdad no puede ya el motejado escritor defenderse; que no parece además correcta la omisión del verdadero nombre del crítico, quien quiera que sea, para hacer una denuncia no acompañada siquiera de alguna prueba de autoridad científica en menoscabo de Ia fama del ejemplarísimo sacerdote y sabio humanista gallego aludido, á quién hasta aquí nadie osó en España, atribuirle Ia pretensión de hacer pasar gato por liebre.
     Impóneseme, con tal motivo, y en honor á Ia memoria de aquel cariñosísimo amigo, res-


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ponder que, cuánto de sus labios llegó á mi oído, y, mejor consta en Ia correspondencia epistolar, sostenida entre el finado catedrático y algunas ilustraciones científico-literarias de dentro y fuera de España; abiertamente se opone á Ia afirmaciôn, acaso indeliberada, que á volar echó el anónimo Fulvio Vergodense.
     Tiempo es ya de que concluya éste que dificilmente puede denominarse prólogo. Antes, debo significarle al autor de Muxenas mi sincera gratitud por haber permitido me ocupase, preferentemente aquí que en un periódico, (si bien con menos oportunidad que Ia apetecida) en algo que al progreso del dialecto atañe. Reciba de mi parte, además, dicho señor, Ia felicitación que se merece desde que con su obrita ha venido á enriquecer a literatura d'a fala d'os nosos abós y, tanto más gratamente para mí puesto que en aquélla practicadas veo mis antiguas indicaciones prosódicas y ortográficas.

José Pérez Ballesteros

     La Coruña Mayo de 1896

 

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