Presenzas de Castelao en Barcelona. Dous momentos artístico-literarios

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Apéndice B. Artigos sobre Castelao na prensa barcelonesa con motivo do 25 aniversario da súa morte

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Presenzas de Castelao en Barcelona

     Comezaba o ano Castelao. Á parte das reseñas sobre a exposición do álbum Nós, na prensa barcelonesa ían aparecer diversos textos relacionados co escritor galego: reaccións perante o estímulo da exposición, acerca dun aspecto determinado de Castelao ou arredor dos actos que sobre o rianxeiro se desenvolveron naquel ano en Barcelona. Os primeiros textos en veren luz apareceron no "Dominical" do Diario de Barcelona correspondente ao 12 de Febreiro de 1975, xornal que sofrira unha completa remodelación, aínda máis acentuada a partir da morte do ditador. A portada do dominical reproducia unha estampa de Nós, "Non soñan máis que cando durmen", e as páxinas 4-5 estaban dedicadas ao rianxeiro. Na páxina 4 Xosé Lois García asinaba unhas pequenas "Notas para un estudio", recollidas no seu libro Castelao dende Catalunya, reproducíase unha foto de Castelao, unha cronoloxía: "Algunos datos biográficos", e mais dúas "Cousas da vida". Na páxina 5, dedicada integramente ao Castelao gráfico, reproducíanse 9 deseños, estampas de Nós e mais Cousas da vida.
     Ao día seguinte, o vespertino Tele/eXpres —quizais o xornal que máis artigos dedicou a Castelao ese ano—, abría lume cunha primeira reportaxe a catro columnas, reproducindo a famosa gravura de Maside representando a Castelao.
     A reportaxe ía asinada por B., con toda seguridade Lluís Bassets, actualmente director adxunto de El Pais. Bassets era daquela un novo xornalista e, antes de chegar ao seu actual estatus, pasou pola redacción de diversos xornais así como pola dirección do semanario catalán, hoxe desaparecido, El món. Ten publicado diversos libros sobre o mundo da comunicación, entre os que salientaríamos, por pioneiro, De las ondas rojas a las radios libres. Textos para la historia de la radio (31). A reportaxe de B. Debíase a que o Departamento de Cultura Galega da Asociación de Amigos ds Nacións Unidas en España, adicaba unha serie de actos a Castelao co gallo do XXV aniversario da súa morte. Os actos foron os seguintes:

     Venres 10 de xaneiro: Inauguración da exposición de dibuxos de Castelao no local da Asociación.
     Sábado 18 de xaneiro: Conferencia de Fèlix Cucurull (32) sobre "Castelao, Galícia i Catalunya".
     Sábado 25 de xaneiro: Conferencia de Manuel María: "Introducción a Castelao i a súa obra".
     Domingo 26 de xaneiro: Recital poético a cargo de Manuel María (33).

     Polo que se deduce da lectura desta crónica xornalística, o devandito Departamento publicara (¿a ciclostil?) unha enquisa sobre Castelao á que respondían senlleiros representantes da cultura literearia, política e económica galega. Era un bo inicio do ano Castelao en Barcelona.



LOS GALLEGOS BARCELONESES CONMEMORAN EL XXV ANIVERSARIO DE LA MUERTE DE CASTELAO
La efemérides será recordada por los principales centros de la emigración, así como en su Galicia natal


     El pasado viernes, a las siete de la tarde, se inauguró en el local social de los Amigos de las Naciones Unidas la exposición Castelao é noso en la que se recogen reproducciones de algunos de sus célebres dibujos. Esta exposición es el primer acto de toda una serie dedicada a conmemorar el veinticinco aniversario de la muerte de quien fue una de las principales figuras de la cultura gallega. Además de la exposición, el escritor Félix Cucurull pronunciará una conferencia sobre las relaciones entre Cataluña y Galicia a través de Castelao, y el poeta Manuel María desarrollará dos ponencias sobre el siglo XIX gallego y sobre la personalidad y la obra de Alfonso Rodríguez Castelao.
     Esta celebración coincide con actos del mismo tipo en Galicia y la mayor parte de ciudades de todo el mundo donde existe una colonia gallega numerosa. La organización de los actos de los gallegos barceloneses en memoria del político, escritor, dibujante, pintor, corre a cargo del departamento de Cultura Gallega de la Asociación Amigos de las Naciones Unidas. En este mismo departamento, concretamente su presidente, Xosé Lois García, ha realizado una pequeña encuesta entre destacadas personalidades de la cultura gallega sobre la figura de Castelao. El desconocimiento de la misma, no sólo en Cataluña, sino también en su tierra natal es quizás uno de los hándicaps con los que han contado los entusiastas organizadores del homenaje. Sin embargo, la sola reproducción de parte de las opiniones de voces autorizadas puede dar la perfecta medida de la talla del homenajeado. Contestan la encuesta el escritor Manuel María, el economista Ramón López Suevos, la profesora de universidad María Xosé Queizán y el abogado y profesor universitario Xosé Vilas Nogueira.


Castelao visto por cuatro gallegos de hoy
     Entre las respuestas cabe destacar un común denominador a la pregunta de ¿cómo era Galicia en la época de Castelao? La caracterizan como un país precapitalista, poblado por trabajadores de la tierra y del mar con salarios muy bajos, sin industria que pudiera absorber la mano de obra existente y, por tanto, con una fuerte emigración, la segunda pregunta sobre el papel jugado por Castelao en su contexto histórico queda perfectamente contestada por Manuel María y López Suevos: Castelao empezó su actividad política al lado de los agrarios, que pedían la supresión de los "foros" y que la tierra fuese de quien la trabajase. Su incidencia más importante en la vida política gallega fue en la época del general Primo de Rivera y, principalmente, como diputado del Partido Galleguista en la época de la II República. El segundo dice: Es la época de la Gran Depresión, de la radicalización de los movimientos sociales hacia uno u otro bando y del ascenso de los nacionalismos en la península. En estas coordenadas se enmarca la República española, cuyas posibilidades formales intenta aprovechar el Partido Galleguista para el logro de un estatuto de autonomía.
     A la pregunta referida ya en concreto sobre el tipo de actividad artística desarrollada por Castelao, contestan: Manuel María, Fue un artista muy completo: dibujante, pintor, crítico, narrador, autor teatral, erudito. Su obra artística no es solamente de reivindicación, sino que también es de testimonio y de denuncia de la realidad gallega. López Suevos: Arte y vida son inseparables y más en una persona de sus características. No creo que la faceta artística de Castelao sea independiente de su peripecia política, pongamos por caso. Es un hombre arraigado en el país, dotado de una extraordinaria intuición y conocedor como nadie de la psicología del pueblo. Por ello fue un intérprete excepcional de la Galicia popular. María Xosé Queizán: Para Castelao el arte es la expresión de su tierra y de su gente, Castelao busca en el arte la verdad más profunda de la Naturaleza de su pueblo.

Preguntas y respuestas
     En cuanto a las otras preguntas cabe destacar las siguientes opiniones o frases vertidas por los encuestados, López Suevos dice: Castelao no está mitificado. Se intenta más bien mixtificar el pensamiento político de Castelao. Hay quien trata de presentarnos un Castelao domesticado, minimalista, integrado. Nada más lejos de la verdad. Manuel María: Castelao tuvo intuiciones geniales en el orden económico como fue el negarle el futuro a Galicia dentro del orden capitalista. Debido a unas circunstancias que podíamos llamar administrativas, la obra de Castelao no circuló ni circula con normalidad en Galicia. Castelao es, en parte, desconocido en su tierra, especialmente en su vertiente de hombre político. María Xosé Queizán: Castelao no se limita a ser un intuitivo que siente a su pueblo. Su actitud es al mismo tiempo científica. Busca en la historia, en las piedras, en los hombres y en el paisaje la verdad de Galicia y nos da en su literatura una muestra de todo ello, con una lengua clara y popular, como sus propios esquemas. Vilas Nogueira: Castelao ha sufrido recientemente unha esforzada "desmitificación" en la pretensión de reducir su figura a trivialidades biográficas, desprovistas de todo significado histórico. Pese a ello, Castelao sigue siendo lo que estos señores llaman, mal llamado, un mito.

B.

(Tele/eXpres, 13 de xaneiro de 1976, p. 6.)


     O terceiro texto, por orde cronolóxica, que aparece na prensa barcelonesa dedicado ao rianxeiro aquel ano do vintecinco aniversario da súa morte está escrito por un catalán ben coñecido en Galicia, xa que fora profesor na Universidade de Santiago, e mesmo gañara o premio de xornalismo Fernández de la Torre por un artigo titulado "Galicia Sempre". José Antonio González Casanova, desde as mesmas páxinas do vespertino Tele/eXpres, na sección "Mirador", é dicir, a sección de opinión, que adoitaba dividirse en: "Punta seca", un curto escrito, como se fose editorial, do director do xornal —que non o asinaba— Manuel Ibáñez Escofet, un "chiste", autoría do escritor Avel.li Artís-Gener, mais coñecido como Tisner, e, por norma, dous artigos. Desta vez, González Casanova compartía páxina con Joan Fuster.
     O artigo de González Casanova era claramento político. Eis o que escribía:


EL FEDERALISMO DE CASTELAO

     El XXV aniversario de la muerte de Alfonso R. Castelao está siendo conmemorado en todas las comunidades gallegas del mundo. En Barcelona, el Departamento de Cultura de los Amigos de las Naciones Unidas en España ha organizado una serie de actos y exposiciones sobre la obra de Castelao, así como abundantes comentarios periodísticos. La citada asociación, a la que pertenezco, celebró hace unos días su asamblea anual estatutaria, presidida justamente por dos retratos de Castelao. Las paredes del local estaban ornadas con una magnífica colección de dibujos, reproducidos, del ilustre artista gallego; esos dibujos comentados, en los que el dolorido humor y la crítica social saben herirnos hasta provocar la sorda rebeldía del alma.
     Al posar la mirada en el significativo espectáculo que suponía ir a renovar por elección los cargos de la Junta directiva de la asociación que en España lucha por los ideales de unas Naciones Unidas, rodeado por todas partes del espíritu noble, exigente y fraterno de Castelao, pensé que esa innata capacidad para la síntesis relacionantes y armónicas, que tienen —me gustaría decir que tenemos— los gallegos, encontraría en aquel acto un simbolismo coherente y claro.
     Castelao fue médico, escritor y artista, poeta; es decir, un hombre unido a su pueblo; es decir, un político. Asumió todo lo que Galicia tiene de personalidad humana y colectiva, y a partir de la realidad primaria de un empobrecimiento secular de su gente. Profeta del desarrollo desigual, del colonialismo interior, de una patria popular inseparable de la lucha contra la injusticia, Castelao, gallego universal, veía también inseparables la recuperación de la personalidad gallega y riqueza de Galicia, históricamente perdida, y la unión fraternal de los demás pueblos de España y de la Península.
     Esta vocación, fraterna, abierta, universal, de Galicia no tenía ni tiene límites. La emigración es un castigo que los gallegos han convertido en redención. Siempre he creído en el federalismo como una actitud de pacto, moderación y afecto del alma gallega. Y ese federalismo, que pude comprobar siempre entre los barrios obreros, que rodean Ferrol, con sus ateneos populares, entre las villas y ciudades de Galicia, es un federalismo que desborda la simple técnica jurídica de convivencia de pueblos. Es expresión de una fe democrática, de creencia en el poder popular, en su voluntad pacífica de tender la mano a todos los puebles, razas y naciones del mundo. Por eso decía antes que al ir a elegir democráticamente a unos compañeros de la Asociación de Amigos de las Naciones Unidas, bajo la presencia emocionante de Alfonso Castelao, mi espíritu, aprendiz de la síntesis simbólica galaica, se encontró reconfortado, con sentido y a gusto.
     De vuelta a casa abrí "Sempre en Galiza" —la biblia gallega, como se la ha llamado y obra cumbre de Castelao— y la armonía de elementos simbólicos de la que venía impregnado me condujo, en un redondo y seguro azar, a aquellas páginas en las que Castelao, camino del destierro, reflexiona sobre Galicia y España: "O noso barco xa deixou atrás o estreito de Xibraltar, agora navegamos pol-as augas do Atlántico, i eu síntome invadido por unha sensación de liberdade". Castelao se libera, pero su meditación es un lamento, apenas contenido. La guerra de España, la guerra mundial, asolan su pensar. ¿Cómo evitar que se vierta más sangre? ¿Cómo lograr una paz española e internacional para el futuro? Su galleguismo se define, en estas páginas atlánticas, como patria gallega universal que aboga por el federalismo internacional y el antiimperialismo, sinónimo de pacifismo.
     Para Castelao no hay contradicción alguna entre el autonomismo gallego y el verdadero internacionalismo, pues ambos buscan lo mismo: la concordia de todos los pueblos. El federalismo es la alianza de los pueblos pequeños, pero grandes de espíritu, los cuales, una vez madurada su personalidad y rescatada de todo imperialismo económico o cultural, se unen entre sí para defenderse conjuntamente de las grandes potencias.
     Para el caso de España, Castelao coincide con Carlos Cardó en la idea central de que el federalismo es el único remedio para evitar las tendencias disgregadoras y para pacificar la violenta historia peninsular. Escribe Castelao: "non é posible orgaizar unha Hespaña firme e segura baixo a violencia de uns e a desconfianza dos demáis; pero tamén se demostra como é posible chegar a unha unión de todos pol-o camiño da tolerancia, a transixencia e o respeto mutuos".
     Castelao cree que la mejor forma de preservar la personalidad de un pueblo pequeño es evitar su constitución como Estado soberano, pues rápidamente se convertiría en satélite de alguna potencia imperialista. La alianza federal con otros pueblos limítrofes permite crear un gran Estado democrático, donde las soberanías de sus diversos pueblos están voluntariamente limitadas en favor de una unidad de defensa de sus libertades y desarrollo económico equilibrado. Autonomía y federalismo son las dos caras de una misma actitud. Ser uno mismo para poder unirse con los otros y, juntos, ir construyendo un mundo universal, federado, pacífico, fraternal.
     Veinticinco años después de su muerte física, la sombra de Castelao derrama más luz sobre el futuro de nuestra "pell de brau" que todos los libros eruditos que pudieran escribirse sobre esta larga noche de piedra, sin paz ni piedad, de la que el mundo nunca acaba de salir.


(Tele/eXpres, 17 de xaneiro de 1975, p. 7.)


     A seguinte referencia a Castelao aparece na revista Destino, da man de Álvaro Cunqueiro, quen voltaría a falar de Castelao desde as páxinas do vespertino El Noticiero Universal, o 4 de febreiro de 1975, cun artigo aparecido na sección de "Libros" deste xornal titulado "Castelao en la memoria gallega". Como que o artigo está publicado no volume Papeles que fueron vidas. Crónicas literarias (Barcelona, Tusquets Editores, 1994, p. 182-183) non o reproducimos. Transcribimos, si, o que apareceera pouco máis de dúas semanas antes na devandita revista, na sección de Cunqueiro, "Laberinto & Cía", que desde había varios anos constaba de tres pequenos artigos. Desta vez falaba de Trasnos, de Días Lusitanos e de Castelao. Eis o que dicía sobre o artista galego:


     Galicia, la que reside en el noroeste de España, y la emigrada en ultramar, especialmente en Buenos Aires, ha celebrado el veinticinco aniversario de la muerte de Alfonso Rodríguez Castelao. En la práctica gallega, ocupa un lugar inmediato a Rosalía, con lo cual parece haberse dicho todo. La gente gallega se encuentra retratada en sus dibujos, y en las palabras que los acompañan, en sus "cousas da vida". Lo que inquirió del espíritu gallego es aceptado igualmente. Por ejemplo, contándonos de dos santos, uno gallego y el otro castellano. El gallego, San Ero de Armenteira, se pasó trecientos años escuchando una "passarinha" en el jardín de la abadía. Era música celestial. El otro, el castellano, el P. Navarrete, curador de enfermos y asceta, leía en el huerto. Un día cantó un jilguero en un ciprés, y cantaba tan bien que no le dejaba leer. El Santo P. Navarrete le mandó al jilguero que se callase, y desde entonces no volvió a cantar ningún pájaro en el huerto abacial: ·Los dos santos —nos dirá Castelao— viven amorosamente en la memoria del mismo pueblo, los dos están canonizados por la misma voluntad popular... pero ¡qué diferentes son! San Ero era gallego y el P. Navarrete castellano, espíritus diferentes. Símbolos de dos tierras. ¿Cuál de ellos fue mejor? Los dos fueron santos, como las tierras en que nacieron son fuertes por su espíritu y dignas de la inmortalidad. Pero, amigos, ¡qué diferencia!". A parte muchas otras cosas, Galicia le debe a Castelao el gran regalo de una prosa, acaso la más bella de la literatura gallega contemporánea. La Galicia de 1975 celebran en Castelao a un hijo sabio, humilde, bondadoso, creedor y creador. Lo recuerda toda Galicia emocionadamente, por encima y al margen de la política pasada y presente. Ha pasado ya a la memoria, a la sensibilidad, a la conciencia de los gallegos, como Rosalía.

(Destino, núm 1946, 18 de xaneiro de 1975, p. 15.)


     A pouco máis dunha semana, o 17 de xaneirio, en Tele/eXpres torna aparecer Castelao, desta vez nun artigo de Sempronio, quen tiña unha sección diaria no xornal, titulada "Cuatro cuartillas". Sempronio é o pseudónimo con que asina os seus traballos literarios e xornalísticos o cidadán catalán Andreu Avel.lí Artís, nacido en 1908. colaborador da prensa catalá antes de 1936, sobre todo na revista Mirador. Dirixiu o xornal Tele/eXpres, o primeiro semanario aparecido en catalán despois de 1939, Tele-estel, colaborou en Diario de Barcelona, en Destino, en Avui, en La Vanguardia. Ademais de diversos libros xornalísticos sobre o pasado inmediato de Barcelona, Sempronio é novelista, autor teatral e actualmente o cronista oficial da Cidade Condal.
     O de Sempronio, xa que logo, era o terceiro artigo que se publicaba neste xornal no que ía de mes sobre o autor de Sempre en Galiza, deixando de lado a reseña da exposición do álbum Nós que se celebrara na Galaría Sargadelos. O traballo era, máis ben, unha pequena reportaxe-crónica sobre a conferencia que Manuel María pronunciara na Sala Newman de Barcelona, dentro dos actos dedicados a Castelao polo Departamento de Cultura Galega da Asociación de Amigos das Nacións Unidas en España. Eis o que dicía o veterano xornalista:


CASTELAO, ENTRE JÓVENES

     No es la primera vez que me refiero a la plaza de "Sant Felip Neri", uno de los enclaves juveniles de Barcelona. A primera hora de la noche, y a despecho de la baja temperatura, siempre se encuentran en ella grupos de muchachos pendientes de una guitarra o bien cantando a coro aunque a "sotto voce".
     Naturalmente que a Sant Felip Neri lo venera la Iglesia como patrono de los humoristas y protector de los reumáticos. En ambas categorías podrían incluirse, quizás, los mozos que han elegido la plazoleta como punto de cita las noches invernales.
     Profundizando más en el tema, diré que las guitarras estaban desplazadas anteayer. —Hoy sería lógico aquí la gaita— apuntó un amigo mío.
     Tenía razón, pues en el interior de la Sala Newman se conmemoraba el veinticinco aniversario de la muerte de Daniel Rodríguez Castelao, una de las mayores figuras de la historia de Galicia.
     Claro que llenaba la sala una Galicia juvenil, enemiga de templar gaitas. Se vio muy bien cuando, lista su disertación, el conferenciante, el escritor gallego Manuel María, volviéndo a sus compañeros de estrado les dijo:
     —Parece que hay permiso para un coloquio...
     Los interpelados asintieron mediante un leve movimiento de cabeza.
     Pues bien, el coloquio (no muy intenso, pues los jóvenes, en público, se muestran siempre reacios a declarar su pensamiento) evidenció la suspicacia que el folklore despierta actualmente en algunos medios.
     —¿Quiere usted decir que Castelao no sirve de cara al futuro? —preguntó uno.
     Manuel María, al final de su conferencia, habíase puesto ya la venda antes que la herida, advirtiendo que Castelao era para los gallegos un glorioso punto de partida y no un programa de porvenir.
     Sin embargo queda claro que no se puede prescindir de él pues representa la cumbre del pensamiento político galleguista, amén de ser un escritor de singular valía y un dibujante incisivo y popularísmo.
     Figura compleja y enormemente atractiva, que Manuel María, hablando, como es natural, en gallego, hizo revivir magistralmente. Contó su juventud, sus estudios de Medicina y su breve ejercicio de Médico.
     —Escribió una vez que se había hecho médico por amor a su tierra y que había abandonado la Medicina por amor a la humanidad —refirió el orador.
     En Riancho (
sic), donde se casó y donde vivió un tiempo, se dio cuenta de la miseria en que vivían los campesinos, bajo la férula de los caciques y de un clero adulador de los potentados. Se dio cuenta de que el idioma gallego era hablado únicamente por los pobres, campesinos y marineros, que eran el ochenta por ciento del censo. —Cuando hacían dinero y subían de clase, automáticamente se expresaban en castellano —nos contó.
     La emigración a América era la única salida para los gallegos pobres, pues la industria estaba en mantillas en la región.
     Esta gran piedad de Galicia modeló el espíritu de Castelao, empujándole a consagrarse a la redención de su tierra. Una de sus armas fue la caricatura publicada en los diarios. Una caricatura que no era un chiste, sino denuncia monda y lironda, desgarrado grito de protesta. Por eso se hizo tan popular.
     En el vestíbulo de la sala de conferencias de la plazuela de Sant Felip Neri se montó la otra noche un puesto de venta de "posters" reproduciendo dibujos de Castelao, así como algunos de sus libros. El más difundido fue "Cousas", que inició un genero en la literatura gallega, narraciones muy cortas y muy rotundas. Otro de sus libros es "Os dous de sempre". Su obra cumbre, "Sempre en Galiza" (1944) escrita y publicada en el exilio.
     Por lo que a la lengua se refiere, Castelao recogió la herencia de Rosalía de Castro, de Pondal, de Curros Enríquez. Formó parte del movimiento "Nós", cuya revista dirigía Vicente Risco. Fue compañero del prosista Otero Pedrayo y del poeta Cabanillas. Y todavía, en Buenos Aires, escribió una comedia, "Os vellos non deben de namorarse", que es hasta la fecha la más importante realización teatral en lengua gallega.
     Fue, pues, un gigante de las letras y del pensamiento. Líder político, diputado, llevó a cabo una gran labor de captación, su figura era popularísima en toda Galicia, que le era conocida palmo a palmo a raíz de su estudio sobre las cruces de piedra, esas cruces anónimas que jalonan los caminos gallegos. Es decir, que a sus facetas de literato, de dibujante, de pintor y de político, cabe agregar aún la de investigador, de arqueólogo.
     Probablemente Castelao opinara que en el estado de la Galicia de su tiempo era indispensable hacerlo todo, un poco como los hombres de la Renaixença catalana. En el momento actual es muy distinto y aún más lo será en el futuro. Ha sonado la hora de la especialización. Sin embargo, la juvenil concurrencia que acudió la otra noche a la Sala Newman revela curiosidad por el pasado, el interés por los antecedentes.
     —En el bachillerato jamás nos hablaron de Castelao —se dolió alguien, en el coloquio.
     No importa que luego apuntasen que quizá es una figura del pasado, un clásico. Para quienes lo han descubierto ahora, resulta una lección y un ejemplo vivísimos.


(Tele/eXpress, 27 de xaneiro de 1975, p. 6.)


     Xavier Costa Clavell, que xa apareceu nestas páxinas, e volverá aparecer, foi o seguinte en falar nun medio de comunicación escrito sobre a figura de Castelao: en Ajoblanco, revista literaria mensual con simpatías anarquistas, sen case nada a ver coa súa segunda xeira, onde primaba un esquerdismo sospeitoso cuxos maiores inimigos eran os nacionalismos "periféricos", sobretodo o catalán, ao editarse a revista en Barcelona da man de Pepe Ribas, un deses anarquistas para quen o adversario non é a dereita, senón, ademais dos nacionalistas non-españois, a esquerda socialdemócrata. Daquela, repetimos, Ajoblanco era outra cousa. Eis o artigo de Xavir Costa Clavell, que aparecía en galego.


25 ANIVERSARIO DA SUA MORTE

CASTELAO, OU A ÉTICA E A LUCIDEZ POLÍTICAS

     No mes de abril de 1971 escribín —nun artigo titulado Castelao entre el mite i la realitat, aparescido na revista catalana "Serra d'or"— o seguinte: "Al cap de vint anys de la seva desaparició, la figura de Castelao pren entre nosaltres, els gallecs, una projecció de caràcters perillosament apoteòsics. Cal que adverteixi, però, que no considero perillós aquest fet pels ensenyaments de tota mena que poden desprendre's d'una comprensió justa de la seva obra, sinó ben al contrari. El perill rau precisament en el fet que, a Galícia, hom crea una mitificació i una mistificació —d'arrel burguesa— d'aquesta important figura gallega. Tothom ara, l'accepta i molts intenten catequitzar la seva memòria amb una astùcia prou sospitosa. Hom incideix repetidament en alguns aspectes de la seva vida i de la seva obra, mentre que d'altres, que contribueixen a reflectir més fidelment el seu perfil històric i que, sobretot, configurarien una major vigéncia, davant les noves generacions, a la seva figura, no en diuen res".
     Tería que se incidir unha e outra vegada, na medida do posíbel, na dimensión política de Castelao —artista i escritor— fíxose politico por amor ao seu povo. Il enxergaba a política como un enxebre auto de sevicio humán e non coma posición de privilexio social, como entrega total ó povo e ás suas reivindicacións e non como plataforma manipuladora dos seus canles. Niste senso, a leución que constituie a vida de Castelao devén paradigmática.
     Mais o político Castelao non é soio exemplar por isa aureola ética que arrodea todolos seus actos e confire á sua denodada e xenerosa loita en defensa do povo galego un outo senso liberador, senon que é tamén pola penetración con que espalla a problemática socio-económica-cultural do seu país e polo nidio realismo da sua praxis política.
     A todolos galegos —e tamén ós non galegos que se intresan, pra ben ou pra mal, polas nosas cousas— conviríalles ler dun xeito demorado
Sempre en Galiza. Non iñoro que é unha obra que, en parte, quedou xa superada polo paso dos anos —non pode esquecerse que foi rematada en 1947, cando a dinámica política mundial era moi difrente da que agora condiciona o devir histórico—, pero nas suas páxinas está o miolo do pensamento político de Castelao, aínda vixente, estimulante, escrarecedor. A moitos galeguistas —dos de ouvidas ou de comenencia— iríalles moi ben ousixenar as suas ideas coa craridá das de Castelao. A concreta dialéutica de Castelao escudiría que moitos andivesen —como o fan adoito— pola ramallas suxeitivas e que outros deixasen de viaxar de cotío ós Cerros de Úbeda.
     Hai párrafos en Sempre en Galiza que sintetizan lúcidamente o drama da fustración histórica de Galicia. Por exemplo, iste: "O centralismo —dí Castelao— mestura, limita e faise materialista, non ofrecendo aos povos máis que a sua autoridade, namentras que o federalismo repousa sobor do compromiso, a lealdade, a transixencia, a moderación i é, pol-o tanto, de índole moral...".
     As coordenadas do pensamento político de Castelao sobor do futuro de España fican reflexadas nestas liñas: "O moito sangue que os hespañoes levan derramado xuntos nas guerras de independencia sería dabondo para crear unha eterna unión dos seus povos, se a política alleeira non houbese torcido a roita que levaban. Prefireuse unha Hespaña única me indivisible a unha Hespaña múltiple e unida; pero hoxe non esiste, en verdade, ningunha das dúas. Alí nada tende á unión, pero moito menos á fusión. ¿Que facer, pois? Ao noso xuicio, abrazar o federalismo, se non se quer fomentar o separatismo".
     Ou seña, que o que propoñía Castelao fai unhos trinta anos era unha unión racional e articulada das Españan e non unha unión imposta artificialmente. Compre constatar si aínda é posíbel a sua realización no dintorno político do noso tempo. Eu coido que si, pesie a todalas mágoas do pasado e do presente.


(Ajoblanco, núm. 3, 1 de febreiro de 1975, p. 27.)


     Como lembrabamos acima, dia 4 de febreiro, en El Noticiero Universal publicábase o artigo de Cunqueiro "Castelao en la memoria gallega". O texto do mindoniense parecía marcar o punto e final dos artigos na prensa barcelonesa sobre a conmemoración do vintecinco aniversario da morte de A. R. Castelao, pois durante un mes non aparece ningún e o rianxeiro parece como que esquecido. Será, porén, o 15 de marzo, en La Vanguardia Española onde volta aparecer como tema de artigo, da man de Eduardo Blanco Amor, por aquelas datas nunha das súas xeiras barcelonesas, e onde participará, como veremos no "Apéndice D", na mesa redonda que se celebrará no Centro Gallego de Barcelona arredor da figura de Castelao. O artigo do escritor ourensán —asinado E. Blanco-Amor— aparecía nas páxinas de opinión do matutino barcelonés, "Tribuna de La Vanguardia", que compartía aquel sábado con José Cruset, e dicía exactamente:


EJEMPLO SINGULAR

CASTELAO SOBRE EL TIEMPO

     Después de tantos años de inmigración involuntaria (desde la adolescencia y confines nada aventureros sino amargamente subsistenciales), y de unos pocos más exilio voluntario, o sea solidario, contaba entre las obligaciones que impuse a mi regreso el reavivar aquí la presencia de Castelao no sólo en su vida natural, en la tierra propia, sino en los fecundos diez años que pasé entre nosotros, desterrado en Buenos Aires. En realidad el conocimiento de su obra y de su vida ejemplar les fuera escamoteado a los gallegos sendentarizados en la patria, con saña injusta y minuciosa, desde comienzos de la República hasta casi ahora mismo, arrumbado entre los innombrables y, con ello, decretados como inexistentes.
     Ya antes de conocerlo personamlente, en mi primer regreso al país (1929), me había ocupado de su obra, casi adivinando su perspectiva. En 1926, saludando su primer libro de "Cousas", publiqué en La Nación de Buenos Aires, donde precisamente ese año comenzaba a colaborar, un artículo que ocupó dos páginas de su "magazine" de los domingos. Fueron después a lo largo de treinta años, innumerables notas, estudios, críticas, conferencias y lecciones, no sólo en los países del Plata, en los que se centró mi aposentamiento, sino en los otros de América que visitaba por mis contratas universitarias o por este azacaneo de la curiosidad, de la amorosa curiosidad, que me llevó a tantos pueblos y aún me dura en la vejez, por lo visto más documental que vocacional. Finalmente, cuando ya nuestro gran hermano luchaba con el tiempo (con la muerte) para ver publicada su obra monumental, respuesta ingente a la sevicia de los negadores, "As cruces de pedra na Galiza", estuve a su lado trabajando en la recensión que, añadida al texto gallego, habría de salir en lengua inglesa; y aún pidió que figurase esta constancia en la obra, con mi firma, pues también era así de generoso... digo todo esto para que no se me confunda con un plañidero de efemérides como tantos que ahora le brotan, entre necrófilos banales y exististas de cabo de año.
     Sí; fueron años y años de escribir sobre Castelao, sobre la insolitez de su trabajo que aún siendo tan entrañablemente gallego, tuvo el mérito adjunto de "ver" su tierra deslocalizada y proyectada, en denuncia y responsabilidad, hacia lo universal; es decir, salvada del contexto pueril y del inocuo pelmazo regodeo folklórico. Y siempre, y por ello, cada vez que me puse a escribir (como ahora mismo) el tema, reactualizado por su encaje en la circunstancia con asombrosa oportunidad, se me presentaba inexhausto, virginal casi. No se trata del hombre que "hizo" una obra, sino de una vida-obra, encastrada en un tiempo gallego, cuya consideración unitiva es la única fórmula para re-prensarlo, para re-sentirlo, inseparable de un devenir gallego que vuelta ahora a plantearse, llamándolos a los gallegos, a los capaces y a los incapaces, de oirlo, uno a uno, casi por nuestro nombre y apellido, y no para declamar una admiración (¡qué palabra tan vacua!), sino para ejercer una ética.
     Casi tengo pudor de esta confidencia, pero la verdad, al menos mi verdad personal, es que reviviendo a Castelao desde el otro extremo del tiempo que lo contuvo, asisto, desde dentro de mí, al encrespamiento y alboroto, incesantemente actualizado del problematismo (de no la problemática, que es otra cosa) gallego. De algún modo la investigación deviene introspección, autoaveriguación privada; y los quehaceres de la galleguidad se deslizan desde los juegos dialécticos al tremendo rigor del deber moral. Esta antirretórica ocurre en los hondones de una patriótica honorabilidad que el hombre consciente de una tierra negada y dolorida siente, más allá del esclarecimiento intelectual o doctrinal, como una de las presencias del ser, mejor dicho del siendo existencial, respecto a lo que esa tierra "es" en él y espera de él. Contra esto, tan sutil y, empero, tan patente, nada pueden los emborronadores de la negación como imagen reprimida de la supresión.
     He aquí un ejemplo señero que se desplaza, una y otra vez, de esta vida genial y en la que no obstante, hogaño, se concentra y fortalece la máxima devoción de sus paisanos. Ningún hombre del pasado gallego estableció con tan exigente y sonriente, para ser más gallego, compromiso, la inseparabilidad entre la conciencia de un país y los deberes que ello implica, respecto al espíritu del suelo natal. No siempre fue entendido siempre así Castelao; hoy lo es multitudinariamente, sin necesidad de que nadie lo explique; lo es in acto, entre mágico y místico que, en Galicia, andan siempre confusos, mixturados. Lo es "por obra bien hecha", por vida leal, por valoración aclamada de una conducta pública. y lo es también, quizá, como revancha. Con la asunción popular de Castelao, Galicia pareciera haberse rescatado a sí misma en términos de supervivencia espiritual y cultural, que es de lo que aquí se habla.
     Pierden, pues, el tiempo quienes trabajan, otra vez, en el desarme político de Castelao, para dejarlo en tarasca o fantasmón de evocaciones veladas a cargo del "galleguismo sano y bien entendido". Lo político se da en él por añadidura y más allá de lo contingente, los que lo reducen a un activismo político punto menos que profesional quizá le sean aún más desleales que aquellos que, en su tiempo, lo mentaron como "dibujante pesimista", portador de una supuesta tendencia "Choromiqueira" (llorona) denunciada, desde su palacio madrileño, con vistas a cierta poesía, nuestra talentosa gallega excursionista condesa de Pardo Bazán. Doña Emilia suponía, como otros muchos "señores" de sentimentalidad veraneante y cosechadores del "color local", que la atroz miseria y la injusticia eran "fuerzas del sino" que pesaban irremediablemente sobre la "hermosa e desdichada beldá" de la simbiosis rosaliana; cosas del "no es para tanto" con que soslayaban los alborotos de los "ácratas" que era el mote de turno para la aparición y reaparición guadánicas de la "subversión" como vocablo de más amplio y permanente espectro. Ahora bien, la política nacida de los sentimientos, es quizá la más real y persistente, pero ése ya es otro cantar. El "desarme político" de Castelao puede ser también una maniobra para situar su intemporalidad en términos de lo perecedero y lo contigencial, y sustraerlo de la condición misional que su pueblo, tan escaso de símbolos personales, le está otorgando.


(La Vanguardia Española, 15 de marzo de 1975, p. 15.)


     O artigo de Blanco Amor tivo continuación, aparecida case un mes despois, o 9 de abril, marcando, en certa maneira, a finalización de traballos sobre Castelao na prensa barcelonesa aquel 1975. O seu nome voltará aparecer, mais xa como autor, é dicir, reseñándose un libro seu o un libro sobre a súa obra (Apéndice C). Mais entre este primeiro artigo do autor d' A Esmorga e a segunda parte, aparecería outro sobre Castelao, que reproduciremos despois da transcrición do segundo e último artigo de Blanco Amor sobre o noso autor aquel 1975 en La Vanguardia Española. Eilo:


EJEMPLO SINGULAR

CASTELAO SOBRE EL TIEMPO (y II)

     Ya bien asentado, en mi tierra, al cumplirse, en 1970, el vigésimo aniversario de su muerte, publiqué doce artículos, por cierto tres de ellos en estas mismas planas, el resto en diarios gallegos. No despertaron demasiada resonancia ni hallaron eco ejecutivo algunas de sus sugerencias. Tenían por objeto explorar el grado de tolerancia para un posible y necesario reaquerenciamiento público de Castelao entre sus gentes; y revivido entre ellas, muerto, después de un destierro de diez años. Hubo, por lo bajo, un tanteo de toma y daca que habría de consistir en la repatriación de sus restos como parte de una conducta reconciliante a nivel de necrofilia aperturista, sin duda de buena intención. Pero Virgina, su mujer, contestó que estaban mejor esperando en el Panteón del Centro Gallego de Buenos Aires (120.000 socios) en medio de la amistosa población de sus paisanos emigrantes, pobres en su inmensa mayoría, que rebasaba, quizá en número de vecinos, al Rianxo de la fecha natal de Castelao.
     Supongo que la falta de reacción de la gente de pluma se originaba en la persistencia del "tabú" que se había ido entretejiendo a su nombre y que aún duraba, quizá ya menos que por terquedad dispositiva —que tampoco era manca— por obediencia rutinaria, a fin de cuentas más cómodas de ejercer que el inconformismo. Que se podía hacer —o sea, decir— algo, lo demostraba la publicación de aquellos artículos. Lo que de cierto se movía en la rumoreada opinión popular era que ya no resultaba justificado, ni siquiera decente, seguir teniendo fuera de la circulación el nombre y trabajos, escritos o vívidos, de quien, junto a Feijóo, Rosalía y Valle-Inclán, representaba uno de los más altos testimonios de nuestra cultura, tanto por los efectos sobre su pueblo cuanto por la representatividad prestigiante fuera de él.
     En fin, pese a tantas desviaciones y persecuciones, la del silencio como peor por más pesada e injusta, la juventud —y esta vez, y principalmente, también la universitaria que, rectificando los terrores de la clase originaria— se había ido alertando, junto con la demolición espontánea de tantos otros tabúes de urgencia, que no había tal extremista y separatista; y comenzó a sentir, como un hueco angustioso, la presencia de Castelao en la tradición aún viva entre su pueblo, y también en los fragmentos de su obra que se filtraban a través de los trampatojos, alijos, decomisos y represiones habituales que se iban haciendo visibles en las heroicas reimpresiones de "Galaxia", frecuentemente interferidas en su proceso editorial —a veces con el volumen ya autorizado y aun impreso— por increíbles, y casi sádicos, escolios, distingos, reparos y socaliñas de una censura quizá ya más personal y temperamental que legal, persistente como obsesión privada y al margen del aflojamiento administrativo; o como deformación profesional acumulativa, luego de tantos años de ejercicio; o quizá, y más a lo hondo, alimentada por el "sostenella y no enmendalla", fuente de tantas incomodidades en el trabajoso vivir de los españoles.
     Pero finalmente, como ya dije en el anterior artículo, la mocedad gallega de Galicia, igual que la emigrante en las Amércias de los pobres, se apoderó y se impregnó, en menos de un lustro, de la obra dibujada, escrita y "vivida" de Castelao, en todas las formas, explícitas e implícitas, en que su comunicación se le fue configurando; en su verdad, en su belleza, en su decoro, en su incitación, y también —elemento importante desde esto otro lado de su perspectiva— en sus posibilidades de ser "axornada" y respuesta en su línea de operatividad partiendo de lo que resta esencial en sus intuiciones, enriquecidas por la praxis vital y por el ejercicio político de la acción, por encima de lo forzosamente transitorio de algunas de sus proposiciones y conclusiones. No se olvide —y se olvida con mucha frecuencia que Castelao formó entrañable y complementaria simbiosis (por vecindad pontevedresa, por respeto y afecto mutuos, y también por diferencias temperamentales inteligentemente armonizadas —incluso cantaban juntos, ya famosos ambos, en la cuerda de segundos tenores de la Coral Polifónica de Pontevedra, cofundada por Castelao— con —Alexandre Bóveda, en realidad el único político concreto y firmemente preparado que segregó de sí el movimiento intelectualista en torno a la decisiva revista "Nós" —Orense 1920-1936— y que se estructurará políticamente —1931— en el Partido Galleguista, Bóveda fue ejecutado en los primeros días.
     También respecto a esto de Castelao político, sobreviene ahora una especie de expolio a ver entre cuáles ideologías habría que repartir, "testamentariamente", la túnica del justo. El empeño más distorsionante parece estar entre aquellos "ortodoxos" a quienes Lenin señaló como atacados de infantilismo dialéctico. Se trata de un error de enfoque originario. En rigor la rica y conmovedora diversidad de la vida-obra de Castelao, tantas veces transida de tierra o de trágica poesía; el estremecido leit-motiv, el basso continuo, la irisada melodía y contracanto de su vida-obra, es un sólo y largo instante de amor, de tarea coadyuvante y de inextinguible esperanza, en la rehabilitación de su tierra gallega. Es decir, no sólo la conciencia (que fue la única política de los Precursores decimonónicos), sino la voluntad activa, agresiva si hacía falta, de su ser (negado hasta la automutilación espiritual por muchos gallegos ganados para el mimetismo enajenador) con vistas a la programación y reencuentro itinerante de una vida colectiva que nos es propia, y de su específico elan creador; para sentirse, otra vez, afiliados militantes de una cultura del hombre desde nuestra modesta pero específica modulación, tal como acuñaron en su lema los jóvenes de mi tiempo: "Galicia, célula de universalidad", y no pedúnculo caedizo de una cultura de tributación, sino a través de un protagonismo conjunto, y aún no del todo asesinado, que se llama cultura occidental. (¡Y que delicia espirar a lo hondo el frescor de estas palabras inactuales y, no obstante, las únicas salvadoras en medio de tan caótico frenesí!).
     Yo creo que, pese a tantas impaciencias, arbitrismo y mezcolanzas de un utilitarismo de "oposición", esta Galicia tan soñada, requerida y "trabajada" por Castelao, está en marcha otra vez y ha de hallar las nuevas formas de inserción y eficacias propias de la problemática del tiempo. El nombre de Castelao es enarbolado por su pueblo, rejuvenecido, quizá ya a la otra banda de la valoraciónde su legado; erguido al rango intemporal del mito; pero no del mito beatificado o momificado, sino del paradigma entre histórico y mágico. Y esto para un pueblo como el mío, puede ser tan indispensablemente fértil como la épica, como continuidad de conciencia colectiva para otros. Frente a la heroicidad verbalista y flamígera, Galicia anda siempre a la espera (al fin "sebastianista" y saudosista, que son términos de la mitografía miñota, o sea, gallego-portuguesa, incluso como paisaje) de algo entre el ser y el no ser; o, mejor dicho, el "no ser" provisional.
     Y si todo esto puede hacer sonreír al opulento positivismo, ya tan ruidosamente fracasado, de los del Producto Nacional Bruto (¡y tan bruto!), especie de "Santo Grial de los economistas"; o sea a los ya despavoridos profetas del progreso infinito, somos también muchos los que vamos aprendiendo a reír desde el otro lado, desde donde ríen los últimos. Y si esta esperanza en el espíritu que nos ilumina desde el horizonte gallego, con Castelao, no llega a buen término, peor para todos; sin el espíritu no hay nueva salvación, ya que la misma idea de salvación nace en el espíritu y no en las tripas. Quién sabe si los pequeños pueblos, los pueblos sentidos en su esencialidad, por encima de cualquier aparato jurídico en que estén insertos, no sean los que aún tienen la palabra que está por decir. Ojalá haya todavía tiempo y oportunidad para la hazaña dadívica después de tanto gigantismo de pies de barro. Ya E.A. Poe, en su tiempo y en su país, decía del Progreso que era "el éxtasis de los papamoscas..."·. Castelao se pondría muy contento de que yo terminase así un artículo dedicado a él. Lo siento por los positivistas de izquierda, derecha o ambidextros, como ahora se llevan.


(La Vanguardia Española, 6 de abril de 1975, p. 15.)


     Como dixemos máis acima, entre este artigo de Blanco Amor e o primeiro, había outro dedicado a Castelao que consideramos importante, sobretodo por ser do escritor catalán Robert Saladrigas, daquela considerado como unha das esperanzas brancas da narrativa catalá. Saladrigas (1940) publicara até entón só unha noveleta, La Pell (1966); 42 horas a través de la Pell (1970), a súa primeira novela; un libro de narración co que obtivera o Premi Victor Català 1970, Boires (1970), e dous de "ensaio": L'Escola del Mar i la renovació pedagògica a Catalunya (1972) e Literatura i societat a la Catalunya d'avui (1974), así como un libro en español sobre Las confesiones no católicas en España. A verdade é que é a partir de 1977 que a figura literaria de Robert Saladrigas comeza a medrar até chegar á súa importancia actual. Ademáis de Tele/eXpres, colaboraba tamén en Serra d'Or e Destino, con reseñas e entrevistas —nesta última revista entrevistou a escritores galegos como Fernández del Riego e outros.
     O artigo de Saladrigas aparecía no vespertino Tele/eXpres o día de San Xosé, ou sexa, o 19 de marzo. Eis oque dicía o autor de El sol de la tarda.


CASTELAO DESDE CATALUÑA

     Mi primer contacto serio con la personalidad humana, artística y política de A.R. Castelao, la tuve al editarse en 1972 el libro de J.A. Durán, "El primer Castelao. Biografía y Antología Rotas". Magnífica obra de introducción para aclarar las ideas acerca de una de las figuras más importantes y más oscurecidas de la moderna Galicia. Para mí supuso un verdadero primer encuentro —consolidado con la posterior lectura de "Sempre en Galizia" (sic), obra fundamental del propio Castelao— pese a que desde muchos años antes me habían hablado extensamente de Castelao el profesor Xesús Alonso Montero y otros amigos gallegos. Pero nunca es lo mismo que hallar reflejada la casta complejidad de una vida intelectualmente rica y accidentada, en las páginas de un libro que trataba de ser, por encima de todo, clarificador.
     Ahora el recuerdo de Castelao adquiere nueva dimensión de actualidad, al haberse cumplido el veinticinco aniversario de su muerte, ocurrida en Argentina. Todas las instituciones culturales y económicas de Galicia, desde la Universidad a las Cajas de Ahorro, respaldan el homenaje, en el que la comunidad de Barcelona participa activamente a través de exposiciones, de su obra plástica, de conferencias, mesas redondas... Pero mucho me temo que entre nosotros, en Catalunya, Castelao apenas sea bastante conocido y no alcance a gozar de la significación del catálogo de la exposición del álbum "Nós" que se celebró en la Galería Sargadelos: "Castelao és un valor universal. No hi ha cap dubte, però que un català pot intentar veure'l i comprendre'l amb una emoció y una simpatia particulars, per la relativa afinitat dels nostres problemes amb els específics de Galícia".
     Es precisamente uno de los aspectos decisivos de Castelao que conviene tener en cuenta. Pienso que no es casual que sea Espriu quien lo resalte, por cuanto él se encuentra en inmejorables condiciones de entender lo que significa aún hoy Castelao para Galicia. Con esto no pretendo decir, porque no sería cierto, que entre Espriu y Castelao existan mayores afinidades. Pero si a través de la poesía espriuana se identifican la naturaleza, los sentimientos, las ambiciones de nuestra tierra y nuestro pueblo, a través de la actitud humana, de los dibujos, de los textos de Castelao, se encuentra la expresión del carácter, la problemática y el sufrimiento del pueblo gallego. Sin embargo, hay otra diferencia entre ambos que sería injusto pasar por alto. Tanto la figura como la obra de Castelao se inscriben en un determinado contexto histórico, desde 1920 hasta la fecha de su muerte, dentro del cual exige ser valorado en profundidad. Espriu, por el contrario, adquiere su máxima repercusión estético-cívica en una época en que Castelao permanece ya sumido en espeso silencio, y mientras el latido contundente de la poesía espriuana brota y golpetea al ritmo de nuestra sensibilidad colectiva a partir de los años cincuenta, Castelao constituye ya entonces un ejemplo histórico, que halla su permanencia en la prolongación de las mismas circunstancias que modelaron su personalidad.
     No creo que sea posible estudiar por separado las diversas facetas que concurren en Castelao. El artista, el etnógrafo, el historiador, el ensayista de arte, el autor teatral, el político, se corresponde en la exigencia que le propone una realidad histórica que pretendió denunciar y modificar. El "humor" del Castelao caricaturista, del "ninotaire", es siempre crítico y profundamente amargo. Los dibujos que integran el álbum "Nós", realizado cuando Castelao apenas contaba treinta años, constituyen una muestra expresionista que resume esa actitud del hombre lúcido que se estremece ante la visión que recoge su mirada. Contemplando la fuerza tremenda que expandían algunas de las láminas expuestas, llegue a sentirme impresionado y creo que entonces comprendí la devoción de mis amigos gallegos por Castelao. Aquélla, por ejemplo, que recoge una multitud sin rostros, sólo algunos poco perfiles levemente esbozados, las figuras apiñadas de hombres, mujeres y criaturas tiznadas de gris, llorosas unas, resignadas las otras, cargadas con sus miserables hatillos y debajo la esquemática y dolorida leyenda: "En Galiza non se pide nada, emígrase".
     Tiene mucho de valleinclanesca la distorsión formal y la rotundidad agresiva de Castelao. Sólo que don Ramón no supo o no quiso hurgar los substratos del alma gallega, como lo hizo Castelao con amor y lucidez. Pero no cabe duda, o al menos así lo creo, puesto que las raíces son las mismas, influyen en los dos por igual y condicionan su manera peculiar de reflejar la realidad, si bien lo que en Valle se produce de una manera congénita, intelectual, convertido quizá irreflexivamente en pura estética, en Castelao es adquirido a lo largo de un proceso de concienciación social que le lleva, entre otras reflexiones hasta entonces nunca emitidas, a declarar que "para que exista una pintura gallega, es preciso pintar en gallego". Algo que probablemente don Ramón no llegó a entender en su auténtica dimensión trascendente, no obstante darse la paradoja de comulgar ambos con una misma estética a la que Castelao intentó dotar de identidad popular, transformándola a la vez en vehículo de expresión de un arte propio diferenciado como su cultura. Uno y otro llegan a establecer esa diferenciación, aunque utilizando caminos sensiblemente distintos. Tan distintos como lo fueron sus personalidades respectivas y su concepto de compromiso con la realidad históricia del pueblo al cual pertenecían y del cual eran solidarios. Probablemente eso explica que mientras Castelao ha sido y sigue siendo eminentemente popular, como lo demuestra el volumen que alcanzan las constantes reediciones de sus obras, el pueblo gallego nunca ha llegado a sentirse plenamente identificado en el esteticismo de Valle-Inclán.
     Todo esto quizá no queda muy claro desde la perspectiva catalana actual, por el hecho de que Alfonso R. Castelao es un nombre de débiles resonancias, envuelto hasta ahora en densas capas de nebulosas informativas. Hay quien recuerda aún su paso por Barcelona, los lazos de amistad que estableció con personalidades catalanas en tiempos de la segunda República, pero desde entonces el mar ha engullido numerosos caudales de lluvia. Los mismos restos de Castelao reposan todavía en la Chacarita y las conmemoraciones del primer cuarto de siglo de su fallecimiento corren el riesgo de discurrir entre nosostros en un plano excesivamente íntimo. Convendría que la proyectada edición de cien mil ejemplares de una amplia antología de su obra circulase fluidamente, y que los dibujos de "Nós" fuesen divulgados para asi permitir la entrada en el conocimiento directo del universo vivo, latente, amargo y pese a todo poético —la poesía del dolor, la cazurrería, la impotencia, las verdades incómodas, la anticonvencionalidad—, del honrado desconocido que nos es Castelao. Un valor universal en imagen de nuestro Espriu. Un hombre que vivió fundido con su pueblo y lo expresó con la voz extraída de sus voces.

(Tele/eXpres, 19 de marzo de 1975, p. 5.)










                    NOTAS

31 Barcelona, Editorial Gustavo Gili, 1980.
32 Fèlix Cucurull (1919-1996), tradutor, novelista, ensaísta, historiador, lusista catalán, autor de: El dessert, L'últim combat, El silenci i la por, novelas. De ensaios como: Panoràmica del nacionalisme català, Consciència nacional i alliberament, El fet nacional català a través de la història. En 1966 gañou o premio Josep Yxart de ensaio polo seu libro Dos pobles ibèrics: Catalunya i Portugal. En 1959 (con Manuel de Seabra) deu ao prelo Antologia de contes portuguesos e en 1961 Poetes portuguesos d'ara.
33 Véxase o programa dos actos en Xosé Lois Garcia, Castelao dende Catalunya, op. cit., apéndice.

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